Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, según algunos fue tomada de la mesopotámica.
En el Talmud, libro de los rabinos judíos, se la considera la primera esposa de Adán, anterior a Eva, se le describe como una bella, encantadora y seductora mujer, siempre se le muestra impulsada por la pasión y rodeada por un magnético halo de misterio, de trasgresión, de oposición, malignidad, peligro, desacato, rebeldía, tentación y deseo.
Érase que se era el comienzo de los tiempos, los primeros momentos de la Creación. Dios creó a Adán y supo que no era bueno que estuviera solo; con barro creó entonces a la mujer, para que lo acompañara, y le puso por nombre Lilith, "aliento".
El nombre de Lilith también deriva del hebreo Lil, que significa noche, por lo que Lilith vendría a significar el halo nocturno, término que nos transmite la idea de oscuridad, de ausencia de luz. Una de sus representaciones y de sus animales principales asociados es la lechuza.
Fémina de opulenta figura y espectacular cabellera ondulada sin más vestido que su propia piel, provista de abundante pelo rizado, rojizo, que se extiende como un manto a su alrededor; y que tiene por costumbre sentarse sobre la concavidad de la media luna.
Lilith se representa, también como la Luna Negra y esta se da cuando se encuentra más alejada de la Tierra. Esta luna oscura aparece visible al tercer día de la luna nueva en el horizonte oeste, mostrando una breve franja de luz arqueada, permitiéndonos contemplar las sombras que envuelven al resto de la esfera.
Simboliza el inconsciente más profundo del ser humano, esa represión que tiene el ser humano dentro de sí. Lilith lo que hace es llevar a esa situación límite para que la válvula estalle.
Cuentan que cometió dos transgresiones tan terribles que le valieron su expulsión no sólo del Paraíso, sino de la "historia oficial"; vaga desde entonces por los márgenes, por las fronteras del exilio.
La primera trasgresión se origina en la relación de pareja, se cuenta que Adán y Lilith nunca hallaron la armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilith se sentía ofendida por la postura acostada que él le exigía
Lilith no obedece la orden de sumisión que le impone Adán en el nombre de Yahvé; ella pensaba que era igual a su marido, que tenía los mismo derechos porque habían sido creados con el mismo barro, no se sentía inferior, ni débil, ni dependiente. Era una mujer íntegra y como tal quería gozar, al igual que Adán, de la vida y de todo lo que ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo. Ella le propone, ciertos cambios a su marido a fin que también pudiese sentir placer. El 3º código Tártrico. Él, por supuesto, se negó: ella debía aceptar la imposición de amarlo mirándolo siempre desde abajo. Sin embargo, Lilith se resistía a reconocer como superior al hombre, aunque él tuviera en el cuerpo la marca de la divinidad, la I, o 10. Evidentemente, no había lugar allí para dos iguales, por lo que decidió abandonar el Paraíso, antes que someterse y renunciar a sí misma.
¿Por qué he de acostarme debajo de ti? — preguntaba— yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto SOY TU IGUAL. Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilith, encolerizada, comete la segunda trasgresión imperdonable: pronunció el nombre inefable y mágico de Dios, luego se elevó por los aires y partió.
Yahvé es el Dios que no se menciona y la Ley establece su prohibición; La capacidad de los seres humanos de crear a través del lenguaje los acerca en algo a la divinidad, pero en el rostro impenetrable de Dios, en el silencio de su verdadero nombre está el límite.
Así, Lilith abandona el Edén por propia iniciativa, saliendo del Edén fue a dar a las orillas del Mar Rojo, hogar de muchos demonios. Allí se entregó a la lujuria con éstos, con Asmodeo, que sería su amante, y con otros demonios, dando a luz a los Lilim, seres demoníacos cubiertos de pelos.
En resumen;
Lilith osó pensar que tenía derecho sobre su voz, derecho a la palabra, derecho a nombrar, derecho al logos. Lilith osó pensar que podía decidir sobre su propio cuerpo, sobre su placer, sobre su sexualidad. Lilith osó pensar que tenía los mismos derechos que Adán, los mismos derechos que los hombres. Lilith osó disponer de su cuerpo; osó disponer de las palabras. Se arrogó el derecho a nombrar, a pronunciar lo impronunciable. De este modo, liberó al mundo de los límites de la imaginación y del conocimiento, poniendo en escena el lado oscuro de la Creación El castigo divino fue la casi completa desaparición de Lilith de la historia. Dios quiso borrar a Lilith. Así, la primera mujer es, al mismo tiempo, la primera "desaparecida" de la historia: su nombre fue borrado de la Biblia, se le menciona sólo una vez, en Isaías 34:14., esta cifra nos da la clave 34 + 14 = 48 , la cual es una reduccion de 480, L= 30, I=10, L=30, I=10, Th=400, Todo = 480 = 48 , tambien su gematria es L=12, I=10, L=12, i=10, Th=22, Todo = 66, tambien el algoritmo de 31-31+40, y la secuencia estatica, de la tripleta matricial, 22-22-22
Su numerología cabalística es:
I= 10 = la marca de la Divinidad = 1
LILITh= 480 = Mujer del Demonio y del Hombre = 3, la triada
SMAL= 131 = Demonio = 5, el pentagrama
ADM= 45 = Hombre = 9, el hexagrama inverso
Todo = 666 = 9, el fin
También se asocia a la cifra 40, la M, representando el cuarto mundo en donde reside. Como se vio en uno de los cursos el 40 es además número del tiempo, o periodo, del sacrificio, de la madre y de la mujer.
«Los supersticiosos atribuyen la desgracia del pueblo judío a la venganza de la Diosa Madre». Robert Graves |
Introducción innecesaria Si el cambio de milenio tiene alguna connotación que trascienda el «esoterismo light», ésta es la percepción de que la era patriarcal está agotándose. La memoria colectiva ha dado cuenta del dramático testimonio del dominio del macho. Se ha generalizado la sensación de que los hombres no han estado a la altura de las circunstancias; como «clase dominante», no pueden estar orgullosos de su desempeño. Un balance de nuestra situación histórica no arroja un resultado positivo: hay tanta inequidad, tal arbitrariedad, tanta intolerancia; nuestros destinos están sumidos en un total caos. ´ La visión más optimista no podría privilegiar los avances tecnológicos por encima de la carrera desenfrenada por la dominación egoísta de reducidísimos feudos de poder económico. Los hombres han fracasado en su hegemonía. Establecieron una civilización demasiado materialista que no da cuenta de la espiritualidad de los humanos. Los más apocalípticos, sin embargo, no pueden desconocer que nunca antes las mujeres hemos conquistado tantos espacios en todos los ámbitos representativos del poder terrenal; incluso los más osados hablan del poder de la mujer como la única idea renovadora para nuestra civilización. Si siempre se ha subvalorado todo lo femenino, desde la intuición considerada prerracional, y la masculinidad ha sido tan errática y está tan acorralada, vale la pena revaluarse acerca de lo que no se ha puesto en práctica hasta ahora: las teorías femeninas (no feministas) sobre la conducción de la historia. ¿Qué tenemos que perder? Nada. Hay, pues, una receptividad hacia las nuevas propuestas, caminos posibles inexplorados. Sin embargo, la racionalidad occidental está huérfana de mitologías que la simbolicen en sus nuevas identidades. Apelemos entonces a ciertos mitos arcaicos que pueden ser alegorías, metáforas conjuradoras de tanta realidad. |
Lilith A los judíos les debemos en gran parte lo que se ha calificado como la «racionalidad occidental», esto se debe principalmente a su condición de religión monoteísta. El monoteísmo constituye una suerte de «abstracción de la razón» que posibilitó que la humanidad cambiara por así decirlo, de estadio de conciencia frente al mundo, superando la explicación mítica de la realidad. Con todo, no deja de ser curioso el hecho de que esta única deidad se haya considerado de carácter masculino, rompiendo con el concepto de Diosa Madre que manejaban casi todas las religiones primitivas. Es fácil comprender por qué se equiparó el dios principal con la madre y la tierra con su vientre y demás metáforas alusivas al «origen» del mundo. La furia de la diosa trató de paliarse en el cristianismo con la figura de la Virgen María, madre de todos los hombres. En la mística hebrea existe, empero, una misteriosa figura femenina que nosotros, los «gentiles», no hemos estudiado suficientemente; se trata de Lilith, quien según la cábala fue la primera mujer de Adán. Al igual que éste, Lilith fue hecha a imagen y semejanza de la divinidad y por tanto tenía, digamos, su mismo estatus ontológico. Desde el principio se caracterizó por su insumisión al primer macho, y por sus constantes desacuerdos abandonó el paraíso; cuentan que, despechada, se convirtió en un demonio. Para asegurarse de suministrarle una compañera adecuada, Yavé sacó a Eva (la segunda) de una costilla de Adán, y así cambió la primigenia igualdad. Eva, la media costilla, encarnó desde siempre la sumisión de la mujer instaurada desde el orden celestial. Ad portas del siglo XXI, el interés que puede tener el mito hebreo de Lilith es la posibilidad de representar a la nueva mujer, la cual no se siente identificada con las figuras evocadas por sus tradiciones culturales. Si esto es posible, se lo dejo a las estudiosas del género; mientras tanto sólo quiero compartir lo poco que sé sobre la historia de esta diablesa que ha vuelto por sus fueros. Para algunos Lilith corresponde a la Lamia de los griegos —una reina abandonada por Zeus—, a la Brunilda de los nibelungos en contraposición a Crimilda. Para otros tiene origen en un demonio asirio-babilonio llamado Lilit o Lilu. Etimológicamente viene del hebreo layil, que significa noche, y aparece representada como un demonio nocturno peludo o sublimada como una mujer de cabellos muy largos. Por su parte, la Biblia ha sido completamente ajena a la figura de Lilith, exceptuando un pasaje de Isaías en el cual la nombra viviendo entre las ruinas del desierto, acompañada de sátiros y animales. Cuentan que el principal obstáculo en las relaciones entre Adán y Lilith se presentaba cuando él quería acostarse con ella y le exigía ponerse debajo, lo que Lilith consideraba una ofensa por ser su igual. Según Robert Graves, «las hechiceras griegas que adoraban a Hécate eran partidarias de colocarse encima… y así se ve en las primitivas representaciones sumerias del acto sexual…». Éste es, posiblemente, el origen de esta parte de la leyenda. Parece que Lilith, furiosa ante la tentativa de Adán de recostarla, pronunció el nombre mágico de Dios y desapareció. Lo que pasó después es tema de un estudio más profundo. Dicen que se dedicó a seducir a los hijos de Adán y Eva, o que tuvo hijos con los demonios y los devoraba; incluso en un relato de Primo Levi parece que terminó como amante de Dios y que, mientras «vivan en pecado», el mundo seguirá como hasta ahora. En otra versión más compleja se encuentra equiparada a la serpiente y según parece sedujo a la mismísima Eva, pero esto ya lleva trazas de difamación. Mientras que la literatura y la poesía han encontrado en el mito de la primera mujer de Adán una inagotable fuente de inspiración, el estudio de este tema a la luz de otras consideraciones hasta ahora está empezando y espero que, especialmente las mujeres, se dediquen a arrojar luces sobre la vilipendiada figura de Lilith. Por ahora, mientras seguimos ganando terreno en el mundo, podremos dedicarnos con más ímpetu a re-interpretar los mitos que más nos representen en el advenimiento de la nueva era. |
´LILITH
SU HISTORIA
La mitología de Lilith es fascinante. Desde hace algunos años el feminismo ha venido a enseñarnos que las mujeres podemos ser otra cosa que madres, monjas, putas o hermanas.
Obras como las de Jean Shinoda Bolen "Las Diosas en cada Mujer", nos han ofrecido otros arquetipos con los cuales identificarnos: Atenea, Persepoles, Afrodita, Demeter....
Ello ha coincidido con una mayor independencia económica de la mujer y con una mayor aceptación por parte de la sociedad de la mujer en los roles no-tradicionales (Médico o abogado , por ejemplo).
LILITH es un demonio, al menos así lo considera la Religión Hebrea que le atribuye el robo de niños de corta edad a los que se lleva de su cuna por la noche.
(Hoy nos podemos reír de esta mitología, pero recordemos que no hace mucho tiempo, la mortandad infantil era elevadísima, incluso entre los hijos de los reyes)
Sin embargo, Lilith no nació demonio. Fue la primera esposa de Adán, creada por Yahavé a la vez que éste y como su igual. Pero ante la pretensión de Adán, apoyada por Yahvé, de que ella debía someterse a la voluntad de su marido; ella le respondió con un moderno "ahí te las den todas" y se marcho del Paraíso dando un portazo. Con ello, evidentemente, no le quedaba mas remedio que unirse a las huestes del Enemigo de Yahvé, Lucifer.
Lilith, tiene apetitos sexuales, es una mujer que se va a la cama con quien le place y a quien nadie posee. El goce de la sexualidad, sin animo de procreado, otra de las de las prohibiciones habituales en contra de las mujeres en casi todas las culturas. Lilith no es tierna, no es dependiente, no busca el amor sino sexo.
Por ello puede enloquecer a los hombres como una "femme-fatale".
Lilith es el espíritu del viento, representa a una doncella alada de gran belleza, cuya función era conducir a los hombres al templo de Ishtar para celebrarlos ritos sexuales con las sacerdotisa vírgenes.
En su origen, por lo tanto, Lilith es, literalmente, un espíritu libre, "la mano de Ishtar",dedicada a los sagrados placeres del amor sexual.
La llegada del patriarcado puso fin a los ritos sexuales celebrado en el templo de la Diosa, eliminando así la fuente principal del poder femenino, al considerarlo como, algo digno de ser temido por su influencia sobre los hombres, y que por lo tanto debía mantenerse bajo control.
De ese modo, la sexualidad femenina se convirtió en algo diabólico. Lilith, de un espíritu del viento pasó a ser un demonio alado. Sus alas son uno de sus atributos. Gracias a ellas Lilith jamás puede ser atrapada.
Personifica ese aspecto de lo Femenino profundo que no puede ser sometido por nada ni por nadie, porque es libre, Y esto es algo que queda reflejado en todos los mitos en los que aparece.
Lilith siempre se escapa, huye volando.
Cuentan que Innana mando a llamar a Gilgamesh porque su sauce sagrado no daba ramas ni hojas, pues en sus raíces había anidado la serpiente que no podía ser encantada; en su tronco Lilith había creado su hogar y en su copa el pájaro Anzu se había instalado con su polluelo.
Entonces Gilgamesh mato a la serpiente y talo el árbol, de modo que Anzu huyó con su polluelo a las montañas y Lilith destruyo su casa y voló a las tierras salvajes y deshabitadas. Igual que, según las escrituras hebreas, también se fue volando del Eden porque ya no soportaba a Adán, ya que no estaba de acuerdo con sus pretensiones de dominio hacia ella.
Lilith se revela contra la imposición patriarcal- no contra el hombre-porque ella sabe que la evolución sólo es posible gracias al juego equilibrado de ambas polaridades, femenina y masculina. Y mientras Lilith no sea aceptada como la otra mitad que hace posible el acceso al todo, seguirá en el exilio, ya sea en las tierras inhabitadas donde huyó Gilgamesh, ya sea en el mar Rojo donde huyó de Adán.
El mito del sauce de Innana, en cuya base anida la serpiente, en cuyo tronco Lilith tiene su hogar y en cuya copa el pájaro Anzu vive con su polluelo.
Lilith está, desde el comienzo, relacionada directamente con los ritos de sexualidad. Estos ritos no eran necesariamente ritos de fecundación, sino tántricos, encaminados hacia un objetivo que es la iluminación.
Ella ejerce el papel de mediadora entre la serpiente que no puede ser encantada y el fiero pájaro Anzu. Es decir, ella es quien comunica a los dos extremos del árbol, que simboliza nuestra columna vertebral así como la del sistema Tierra-Luna. Ella conoce los ritos y nos puede guiar en nuestra evolución transformando nuestra energía sexual en consciencia plena.
Es comprensible que Lilith haya sido transformada en demonio, apareada con demonios y madre de demonios, y todo ello estando en el exilio, bien lejos, porque a fin de cuentas ella encarna lo que más puede temerse del viejo orden, y por lo tanto la sombra del orden nuevo.
Lilith es lo que jamás podrá ser dominado, ni eliminado, ni manipulado, porque ella esta por encima de todo, permanece fiel a su propia verdad.
Y en virtud de esa lealtad siempre elige aquello que esta en armonía con su naturaleza, no permite que los de mas elijan por ella, no hace concesiones.
Nadie la expulso del Paraíso, y nadie le negó tampoco la entrada, por tanto Lilith sigue siendo libre de volver y puede , por la misma razón, indicarnos el camino de regreso al hogar.
De hecho también se ha dicho que Lilith se presento en el Edén como la serpiente enroscada en el árbol del Bien y del Mal, lo cual sugiere que entraba y salía libremente del Paraíso. Y bajo la forma de serpiente, sugiriendo una vez mas su vínculo con Kundalini.
La serpiente, los demonios, los Luciferes, que son los portadores de la luz que se alojan en nuestra columna vertebral, el extremo de su cola apoyado en nuestros genitales, su cabeza en nuestro cerebro. Lilith es también portadora de luz, y habita en el centro del árbol. Solo ella puede establecer el contacto entre la serpiente y el pájaro.
Tenemos por lo tanto un espíritu del viento, una divinidad alada que es libre. Tenemos también un demonio que nos tienta a indagar más allá de nuestros límites inmediatos,. Tenemos una serpiente que nos entrega la llave del conocimiento. Tenemos además una entidad que nos insta a ser fieles a nosotros mismos, a renunciar a aquello que nos permite ser quienes verdaderamente somos.
Seamos conscientes de ello o no, nos estamos paseando constantemente en un mundo de luces y sombras, al hilo de la frontera que nos separa de, o nos une, a, nosotros mismos.
Lilith promete algo tan simple como la unión a través de la fidelidad a uno mismo lo cual, en definitiva, es integridad o unidad. La división dentro del uno es el resultado de aquella división entre la mujer y el hombre, lo Masculino y lo Femenino. Y esa división es el enfrentamiento, la lucha, la insatisfacción, la separación, la soledad y el miedo
Panfredo.-
Panfredo.-