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martes, 2 de noviembre de 2010

LA SEMILLA-




"Entonces Dios dijo: He aquí que os doy toda planta que da semilla, que existe sobre la faz de la Tierra y todos los árboles portadores de frutos que dan semillas. Estos deben serviros de alimento. Y a todos los animales del campo, a todas las aves del cielo y a todo cuanto se mueve sobre la tierra y que posee aliento vital, les doy toda hierba verde como alimento. Y así sucedió. Entonces vió Dios todo cuanto había hecho: Y he aquí que estaba muy bien“. Génesis 1,29-31 PRÓLOGO Los textos de la Biblia nacieron en el transcurso de siglos. Los hombres escribieron lo que había sido transmitido por la tradición y lo que correspondía a sus propias ideas, que a menudo eran poco compatibles con Dios. Así ha sucedido por ejemplo en lo concerniente a la rapiña sangrienta de cadáveres de animales que supuestamente Moisés llevó a cabo en las celebraciones ante los altares expiatorios. Lo mismo sucede también en el Antiguo Testamento con muchas “instrucciones de Dios“ de cometer infanticidio, robos con asesinato e incluso genocidio, de modo que los nazis se pudieron remitir sin escrúpulos a la Biblia para justificar sus crí­menes, al igual que Martín Lutero para justificar sus sentencias, o al igual que lo hace pocos años un instigador de la guerra de nacionalidad yugoslava. También el Nuevo Testamento es una obra humana, una recopilación de textos, de cuya compilación resultaron las “Sagradas Escrituras” por decreto eclesiástico. Muchas cosas que de la misma manera habrían de haber sido “sagradas” no encontraron ninguna inclusión en ellas. Mucho de lo que enseñó Jesús de Nazaret permaneció oculto en escritos apócrifos y no fue recogido en la recopilación de los escritos que hoy nos son presentados como evangelio oficial. Cuando hace aproximadamente 1600 años Jerónimo realizó la primera traducción completa (al latín) de la Biblia por encargo del Papa, estuvo bajo la gran presión del poder eclesiástico y de las fuerzas políticas que estaban surgiendo. Temas como la reencarnación, la ley de siembra y cosecha y las enseñanzas del Nazareno acerca de una relación pacífica de los hombres con los animales, no encontraron ningún lugar en la Biblia eclesiástica. Que Jerónimo conocía bien el amor de Jesús por los animales, lo demuestra claramente la cita de esta página. Aunque en la Biblia oficial fueran silenciadas muchas cosas, la verdad sale a la luz. Este folleto también contribuirá a ello. Con esta reunión de citas queremos mos­trar la conexión con el cristianismo originario y rehabilitar a Jesús como amigo de los animales. ¿Quién quiere ayudar a difundir esta verdad? “EL PLACER POR LA CARNE ERA DESCONOCIDO HASTA EL DILUVIO UNIVERSAL; PERO DESDE EL DILUVIO SE HOS HAN EMBUTIDO LAS FIBRAS Y LOS JUGOS PESTILENTES DE LA CARNE ANIMAL... JESUCRISTO, QUE APARECIÓ CUANDO SE CUMPLIÓ EL TIEMPO, VOLVIÓ A UNIR EL FINAL CON EL PRINCIPIO, DE MANERA QUE YA NO NOS ESTÁ PERMITIDO COMER MÁS CARNE”. Jerónimo (331 – 420) (Adversus Jovinanum 1,30) PALABRAS DE LOS PROFETAS EN CONTRA DE LOS SACRIFICIOS DE ANIMALES Y DEL COMER CARNE Al lector de la Biblia se le hace creer en numerosas páginas sobre Moisés, que Dios quería que los animales fueran torturados y sacrificados para complacerle. Estos textos fueron tan habilidosamente manipulados, que los creyentes tenían que creer que Dios era un ser perverso, brutal, carente de amor e iracundo, que se alegraba de la matanza brutal y sin sentido de los animales. Quién crea que esto es la palabra de Dios, como lo pretende una de las grandes instituciones, cae en la trampa del oscurecimiento de la verdad. Sin embargo, quien lea exactamente a los profetas, encontrará incluso en la Biblia no pocas palabras verdaderas de Dios que escaparon claramente a los “correctores“ y falsificadores de los escritos : OSEAS “Sus sacrificios de animales y el consumo de la carne me son abominables y el Señor no se complace en ello, sino que se acordará de su iniquidad y los castigará por sus pecados“. Oseas 8, 13 ISAÍAS “Quien inmola a un toro es como quien ma­ta a un hombre; quien sacrifica a una oveja es como si estrangula a un perro; quien presenta víctimas para alimento es como el que ofrece sangre de cerdo; quien quema incienso es como si ensalza a un ídolo. Estas cosas eligen en sus caminos y sus almas se complacen en sus abominaciones”. Isaías 66,3 AMÓS “Yo aborrezco y rechazo con desprecio vuestras fiestas y no me complace el olor de vuestras asambleas. Y tanto si me ofrecéis holocaustos como oblaciones, no gustaré de ellos; tampoco me complace ver vuestros sacrificios de agradecimiento más exquisitos. ¡Aparta de mí el griterío de tus cantares, pues no me gusta oír la música de tu lira! Pero que se manifieste la Justicia discurriendo como el agua y la rectitud como una corriente poderosa“. Amós 5, 21-24 JEREMÍAS “¿Qué me importa el incienso de los reinos árabes y la caña aromática procedente de tierras lejanas? Vuestros holocaustos no me son aceptos y vuestros sacrificios no me agradan“. Jeremías 6,20 ISAÍAS “¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios?“ Dice Yavé. “Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de cebones, y no me complazco en la sangre de novillos, corderos y machos cabríos. Cuando venís a mostraros ante mí, ¿quién reclama esto de vuestras manos?“ Isaías 1, 11 – 12 y s. MIQUEAS “¿Con qué me reconciliaré con Yavé y me inclinaré ante el Dios de las alturas?¿Me reconciliaré acaso con holocaustos y terneros añales? ¿Acaso se complacerá Yavé en miles de carneros, en miriadas de ríos de aceite? ¿O he de entregarle a mi hijo primogénito, el fruto de mis entrañas, por mi prevaricación, por el pecado de mi alma? Dicho está, oh hombre, lo que es bueno y lo que el Señor reclama de ti no es otra cosa sino mantener la palabra de Dios (que no es idéntica a la palabra de la Biblia), ejercitarte en amar y ser humilde ante tu Dios“. Miqueas 6, 6 – 8 ISAÍAS “Y cuando me extendéis vuestras manos, aparto mis ojos de vosotros; y aunque mul­tipliquéis las plegarias, no os escucho, pues vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad vuestra maldad de delante de mis ojos, cesad de obrar mal, aprended a obrar bien, aspirad a la Justicia y ayudad a los oprimidos ”. Isaías 1, 15 – 17 OSEAS “Pues deseo amor y no sacrificios y el conocimiento de Dios y no holocaustos“. Oseas 6, 6 JEREMÍAS “Pues Yo no hablé a vuestros padres ni les dí orden alguna el día que los saqué de Egipto sobre holocaustos ni otros sacrificios“. Jeremías 7, 22 “Si tuviera hambre no te lo diría, pues mío es el Orbe de la Tierra y todo lo que hay en ella. ¿Piensas que quiero comer carne de toro o beber sangre de chivos?“ Salmo 50, 13 –14 “No te juntes con los borrachos de vino, ni con quienes se deleitan en el consumo de la carne“. Proverbios 23, 20 JESÚS DE NAZARET HABLÓ EN CONTRA DE LOS SACRIFICIOS DE ANIMALES “He venido para abolir los sacrificios, y si no cesáis de sacrificar, la ira de Dios (la ley de causa y efecto) tampoco os dejará“. Palabras de Jesús, cit. por Epifanio, Panarion 3,16 “Yo quiero misericordia y no sacrificios“. N.T. Mateo 9, 13 “¿Es que no está escrito: Mi casa ha de ser llamada casa de oración para todos los pueblos? ¡Mas vosotros habéis hecho de ella una cueva de ladrones!” Jesús en Mateo 11, 17 LOS APÓSTOLES ERAN VEGETARIANOS Para saber lo que Jesús enseñó sobre el tema del amor a los animales y a la alimentación sin carne, es de provecho saber cómo lo cumplieron sus apóstoles y discípulos. Algunos textos an­tiguos, que de forma significativa no fueron acogidos en el canon de la Biblia, nos dicen lo siguiente al respecto: PEDRO “Yo vivo de pan y olivas, a las que sólo en ocasiones añado alguna verdura”. Homilías clementinas XII, 6 ; rec. VII, 6 PABLO “Jesús me ordenó que no comiera nin­guna carne ni bebiera ningún vino, sino sólo pan, agua y frutos, para que me halle puro cuando quiera hablar conmigo“. Toledoth Jeschu, Edición Krauss, Berlín 1902, pág. 113, Palabras de Pablo MATEO “Mateo vivía de granos, frutos de árboles y verduras, sin carne”. Clemente de Alejandría, Paidagogus II, 1, 16 JUAN “Juan no comió nunca carne”. Hegesipo, historiador de la Iglesia, según Eusebio. Historia de la Iglesia II, 3 SANTIAGO “Santiago, el hermano del Señor, vivía de semillas y plantas, y no probó ni la carne ni el vino”. Epístolas a Fausto XXII, 3 “Los cristianos se abstenían de todo alimento animal“. Plinio en una carta a Trajano, Ep. Lib.X.96 “En el paraíso terrenal no había ningún vino, no se sacrificaba a ningún animal, no se comía ninguna carne”. “Tanto tiempo como se viva moderadamente, crecerá la dicha de la casa, los animales se encontrarán en seguridad, no se derramará ninguna gota de sangre ni se matará a ningún animal. El cuchillo del cocinero no se utilizará, la mesa estará cubierta de los frutos que la naturaleza regala y uno se contentará con ello”. De las epístolas de Basilio el Grande (329-379) cit. según Karl Anders Skriver, Die vergessenen Anfänge der Schöpfung und des Christentums (Los comienzos olvidados de la Creación y del cristianismo), pág.123 LOS PECADOS DE LOS HOMBRES FUERON LOS QUE HICIERON "PELIGROSOS" A LOS ANIMALES Los animales salvajes reciben su nombre por su naturaleza salvaje, no porque fueran creados peligrosos desde el principio..., sino que los pecados de los hombres los hicieron peligrosos. Pues al apartarse el hombre del camino, también aquellos le siguieron... Si el hombre se alza ahora de nuevo a una existencia correspondiente a su naturaleza y no obra más maldades, también aquellos volverán de nuevo a su ser PALABRAS DE JESÚS CONTRA EL COMER CARNE 4. “¿No está escrito en los profetas?: ¡cesad vuestros sacrificios de sangre y vuestros holocaustos! Dejad de comer carne, pues no hablé de ello a vuestros padres ni se lo ordené, cuando les saqué de Egipto. En cambio, esto les ordené: 5. Obedeced Mi voz y andad por los caminos que os he mandado y seguiréis siendo Mi pueblo y os irá bien. Pero ellos no es­taban dispuestos y no obedecieron“. 6. “Y qué os ordena el eterno sino que practiquéis la justicia y la misericordia y andéis humildemente con vuestro Dios? ¿No está escrito que al principio Dios determinó los frutos de los árboles, las semillas y las hierbas para alimento de toda carne? 7. Pero ellos han convertido la casa de orar en una casa de ladrones y, en vez de ha­cer una ofrenda pura con incienso, han manchado mis altares con sangre y comido la carne de los animales sacrificados. 8. Pero Yo os digo: no derraméis sangre inocente ni comáis carne. Sed rectos, amad la misericordia y haced justicia, y vuestros días perdurarán largamente en la tierra que habitéis“. (Cap. 33) LOS ANIMALES SON NUESTROS HERMANOS 7. Jesús entró en un pueblo y vio a un gatito que no tenía dueño, y tenía hambre y Le gemía. El lo levantó, lo puso dentro de Su túnica, dejándolo reposar en Su pe­cho. 8. Y mientras pasaba por el pueblo, dio de comer y beber al gato, que comió y bebió y Le mostró su agradecimiento. Y El Lo dio a una de Sus discípulas, a una viuda llamada Lorenza, que cuidó de él 9. Y algunos de entre la gente decían: “este hombre se ocupa de todos los animales. ¿Son Sus hermanos y hermanas, para que los ame tanto?“ Y El les dijo: “en verdad, estos son vuestros hermanos de la gran familia de Dios; vuestros hermanos y hermanas, que tienen el mismo aliento de vida del Eterno“. 10. “Y quienquiera que se preocupe por uno de los más pequeños de ellos, y le de de comer y beber cuando pase necesidades, Me está haciendo esto a Mí; y quien intencionadamente permite que uno de ellos sufra necesidades y no lo protege cuando es maltratado, está permitiendo este mal como si Me lo hiciera a Mí: pues tal como hayáis hecho en esta vida, así se hará con vosotros en la vida venidera“. (Cap. 34) PALABRAS DE JESÚS SOBRE LA ALIMENTACIÓN CORRECTA 1. Y algunos de Sus discípulos vinieron a El y Le hablaron acerca de un egipcio, hijo de Belial, que enseñaba que no es contrario a la ley atormentar a los animales, cuando sus sufrimientos son de provecho para los hombres. 2. Y Jesús les dijo: “en verdad os digo que quien saca ventajas del perjuicio ocasionado a una criatura de Dios, no puede ser honesto. Tampoco pueden cuidar de las cosas santas o enseñar los misterios del Cielo, aquellos cuyas manos están manchadas con sangre o cuya boca está ensuciada con carne. 3. Dios da los granos y los frutos de la tierra para alimento; y para el hombre honesto no hay ningún otro alimento legítimo para el cuerpo. 4. El ladrón que penetra en una casa hecha por el hombre es culpable, pero hasta los más pequeños de los que entran en una casa construida por Dios, son los más grandes pecadores. Por eso os digo a todos los que quieren ser Mis discípulos: mantened vuestras manos libres del derramamiento de sangre y no permitáis que carne alguna entre a través de vuestros labios, pues Dios es justo y bondadoso y ha mandado que los hombres deben vivir sólo de los frutos y semillas de la tierra. 5. Pero si un animal está sufriendo mucho, de manera que su vida le resulte una tortura, o cuando se vuelva peligroso para vosotros, liberadle de su vida del modo más rápido y con el mínimo dolor posible. Enviadlo al Más allá con amor y misericordia, y no le atormentéis, y Dios, vuestro Padre, mostrará misericordia con vosotros, igual que vosotros habéis mostrado misericordia con los que están en vuestras manos. 6. Y todo cuanto hagáis al más humilde de Mis hijos, Me lo estáis haciendo a Mí, pues Yo estoy en ellos, y ellos están en Mí. Sí, Yo estoy en todas las criaturas, y todas las criaturas están en Mí. En todas sus alegrías, también Yo Me regocijo; en todos sus dolores, también Yo sufro. Por eso os digo: sed amables los unos con los otros, y con todas las criaturas de Dios“. (Cap. 38)Prof. Dr Hubertus Mynarek (*1929), humanista y crítico de la Iglesia, autor alemán:

fuente:Susana Romero