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martes, 28 de diciembre de 2010

EL ATOMO CARBONO.-

EL SECRETO ESPIRITUAL DEL ATOMO DE CARBONO


Carbono

La teoría atómica es una ciencia Antigua. Los registros más recientes sobre la misma pueden ser encontrados en los textos Védicos de la India, los cuales tienen miles de años de antigüedad.

La leyenda reza que la civilización Védica era altamente avanzada. Los sabios que supervisaron su desarrollo, a través de su visión mística y profunda meditación, descubrieron los símbolos antiguos de la espiritualidad: Omkara y Esvástica. Ellos también descubrieron muchos principios científicos que aplicaron para desarrollar una tecnología altamente avanzada. Le dieron al átomo su nombre sánscrito “Anu”.

Mientras los logros técnicos de esta antigua civilización han sido olvidados, los símbolos arquetípicos de espiritualidad han mantenido su eminencia en nuestra consciencia. Ahora, gracias a los avances en la teoría atómica moderna, la base atómica de estos símbolos divinos puede ser apreciada.

Las teorías occidentales del átomo tomaron forma en el siglo XVIII y XIX. Al principio del siglo XIX, John Dalton teorizó que un átomo era una partícula indivisible de un elemento. Sin embargo, después que se descubrió el electrón en 1897, y luego el protón varios años más tarde, el modelo atómico fue revisado. En 1909, Ernest Rutherford demostró que los átomos eran mayormente espacio vacío, revisando el modelo de un átomo donde un núcleo positivo compacto contenía los protones y neutrones y los electrones giraban alrededor de éste; hacia 1913, el físico danés Neils Bohr imaginó un arreglo planetario, en el cual los electrones orbitaban el núcleo en diferentes niveles de energía.

El modo corriente de describir un electrón es un modelo llamado modelo de nube cargada/ modelo mecánico cuántico/modelo orbital. Este modelo, basado en la idea del Principio de Incertidumbre de Heisenberg, establece que no se conoce la posición exacta o la velocidad de ningún electrón dado. El modelo usa “nubes de probabilidad” indistintas y superpuestas para aproximarse a la posición de un electrón.

Cuando una nube es densa, la probabilidad de encontrar un electrón en esa vecindad es baja. En este modelo, cada nivel de energía del electrón es identificado por números que ocupan capas concéntricas como era sugerido por el modelo de Bohr, porque hay superposiciones en el ordenamiento de los niveles de energía.

En el caso del átomo de carbono, los electrones ocupan cuatro nubes con formas de lágrimas en un arreglo tetraédrico. Estas nubes representan las áreas en las cuales los electrones permanecen la mayor parte de su tiempo. Ellos se mueven tan rápidamente en esta zona que forman mas una nube que una trayectoria de giro específica

Recientemente un número de investigadores han sugerido que dentro de estas nubes existen zonas específicas que los electrones favorecen. Estas zonas forman un espiral alrededor de la superficie de cada una de las nubes con forma de lágrimas.

Este nuevo desarrollo llamo la atención de un gran santo y místico indio. Los discípulos fueron animados a desarrollar el principio relacionado al átomo de carbono. En meditación profunda, uno de los discípulos, que era un químico, espontáneamente entendió el verdadero significado de esta teoría:

La zona de alta probabilidad del electrón formaba ondas espirales permanentes alrededor del núcleo del átomo de carbono. Cuando esta configuración fue vista desde ciertos ángulos, el físico se sorprendió al encontrar que las espirales formaban símbolos reconocibles.

En la primera vista tridimensional podía verse una Omkara. Desde un ángulo diferente, aquella Omkara se convertía en una Esvástica bidimensional plana. La Esvástica, concluyó, era en realidad la representación bidimensional de una Omkara tridimensional.

Al rotar el modelo en otro ángulo hace que esos símbolos cambien al Alfa y Omega griego. A un nivel cósmico los símbolos de la espiritualidad oriental (Omkara y Esvástica) son solamente diferentes aspectos de la misma verdad espiritual, que también es representada por los símbolos de la espiritualidad occidental (Alfa y Omega).

Todas las personas, objetos, y aún la energía en sí, son expresiones de la misma divinidad que tantas religiones, culturas y filosofías han tratado de reclamar exclusivamente como propias.

El átomo de carbono, al contener dentro de sí estos símbolos universales, demuestra que la materia es una manifestación de la misma consciencia Divina experimentada por los santos y los sabios de toda la historia. La Materia es innatamente espiritual.

El Universo no existe separado de la Consciencia Universal; es una expresión directa de ella.

La materia viva, la cual está basada en carbono, debe tener un rol único en esta expresión. Un santo es aquel que vive en una eterna experiencia de este propósito divino que todo lo penetra.

El Alfa y Omega son tradicionalmente atribuidas al Cristo. En la India, la deidad llamada Ganesha preside la Esvástica y la Omkara.

Hay algunas semejanzas notables entre los dos:

Ambas deidades demuestran el valor de la inocencia de niño; Ganesha es un niño eterno famoso por su sencilla sabiduría; mientras que Cristo, hijo de dios, a menudo exhortaba a sus discípulos que “fueran pequeños niños”;

Ambos son niños divinos; ambos concebidos inmaculadamente; ambos hijos divinos de una trinidad sagrada (Cristo es el hijo de Iahvé y El Espíritu Santo/María y Ganesha es el hijo del Dios Shiva y la Madre Parvati).

¿Son Ganesha y Cristo uno y la misma deidad?

Cada uno, como sus símbolos que existen como aspectos diferentes del átomo de carbono, representan diferentes aspectos del arquetípico niño cósmico.

Por ende, la diferencia entre la espiritualidad Oriental y Occidental, como cualquier división basada en raza, cultura o creencia, no es más que la ignorancia de la verdadera naturaleza espiritual del universo y todo lo que existe dentro de él.

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