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domingo, 18 de diciembre de 2011

“GRAN SANTUARIO RUPESTRE DE EL BERRUECO”.-

Hace unos años, días después de publicarse en el Diario de Ávila una de mis investigaciones sobre piedras rituales, recibí una llamada telefónica de un famoso pintor abulense, informándome que mis publicaciones le habían llevado a la conclusión de que algo que vio años atrás (como consecuencia de un incendio en la zona), en lo alto de un cerro próximo a Piedrahita, podía tratarse de un altar rupestre. El pintor no andaba descaminado pero lo que existía en ese lugar no era un simple altar rupestre, que ya es bastante, como él supuso sino un impresionante santuario rupestre, uno de los más antiguos y grandiosos de España de su estilo.

Cerro de la Atalaya en cuya cima se encuentra el santuario

El santuario se encuentra en el conjunto arqueológico del cerro de El Berrueco (mítica elevación rocosa donde proliferan los yacimientos arqueológicos desde finales del paleolítico hasta la Edad Media), cuyo territorio se reparten las provincias de Ávila y Salamanca, aunque el santuario se encuentra en territorio de esta última; y concretamente en el cerro de la Atalaya, mágica elevación situada dos kilómetros al oeste de la pequeña población de la Magdalena, próxima a la más importante de Puente del Congosto, situada en la margen del río Tormes.

Petrozoomorfo. Tras una complicada ascensión, ya en la cima del cerro de cota 1.229, no tarde en localizar el supuesto altar referido por el pintor y mientras lo reconocía, mi amigo “Primi”, que ese día me acompañaba y andaba por otro sitio, me grito ¿¡Y EL DELFÍN QUÉ!?

Petrozoomorfo ritual desde el este

Y es que, prácticamente volcada sobre el pequeño y tosco altar, se halla una gigantesca roca caballera que, sin ninguna duda, constituye el principal elemento cultual del santuario hasta ese momento desapercibido para el pintor, el arqueólogo territorial que ya había visitado el lugar, e incluso para mí. Una roca de aspecto zoomorfo, cuya forma se asemeja extraordinariamente a la de un pez, en concreto a la cabeza de un delfín, con cuyo nombre lo bautizó Primi espontáneamente, aunque, seguramente, tal roca nada tiene que ver con este y con ningún otro pez. De unos diez metros de longitud, cinco de altura y dos de grosor máximo, y alineada en dirección sureste-noroeste (130º-310º), presenta esta espectacular y ritual roca, en su canto sur, dos impresionantes escotaduras de desconocida función (quizás para posicionarse en ellas); y, en su parte más alta, precisamente donde los delfines tienen su respiradero, un profundo y cilíndrico hoyo circular. Aun ostenta la roca del lado este una fisura natural que acentúa aún más su parecido al de un pez y aunque, como se ha dicho, nada tendrá que ver con estos animales, es seguro que se trata de una roca sagrada: un impresionante altar rupestre cuyo acceso debía realizarse por medio de escaleras de madera.

Aspecto del petrozoomorfo y de su descubridor desde el este.

Además y curiosamente, la roca y el lugar bien podría haber sido escogida, además de por su curioso aspecto, porque su alineación materializa con mucha aproximación: el retocado morro de imaginario aspecto de pez, el Solsticio de Invierno (130º); y la cola o parte trasera, el de verano, 310º.

Segundo altar. Prácticamente debajo de la roca antropomorfa , en su parte sureste (Foto primera parte derecha), se encuentra el rudimentario altar que identificó el pintor, el segundo elemento en importancia ritual, seguramente, de este santuario. Se compone de seis irregulares escotaduras, a modo de escalones, que poco ayudan a subir a la roca, pues la primera está elevadísima; y de una ancha escotadura vertical en el canto de la peña, destinada probablemente a acoplar un artilugio de madera para facilitar el acceso al primer escalón. Aún presenta este elemento, en el otro extremo de la roca, dos impresionantes y cilíndricas cazoletas de 15 cm de diámetro.

Tercer altar. Un par de metros al oeste del anterior altar, semioculto por los piornos, y formando un triángulo con los otros dos, se halla un tercer altar rupestre: una roca, cilíndrica y ligeramente cóncava, de casi dos metros de diámetro y uno de altura, con un rebaje trapezoidal, de setenta por treinta centímetros promedio. Una mensa o ara sacrificial, seguramente, destinada a situar en él las victimas a ofrecer en sacrifico cuya sangré, vísceras e incluso parte de la carne, pudo servir para la práctica de rituales en los otros dos altares.

Tercer altar del santuario donde debieron realizarse los sacrificios

Estructuras. El santuario, se completaba con unas estructuras situadas unas decenas de metros al sur de los altares, en torno a una espectacular roca caballera existente en el mismo borde del despeñadero que da vista a las poblaciones de La Magdalena, La Casilla y El Tejado. Una de estas estructuras, de ocho por dos metros, se encuentra delimitada por dos alargadas rocas que servían de paramentos laterales y una enorme laja clavada en el suelo que la cerraba por su extremo oeste.

De lo que fueron otras estructuras, quedan varias escotaduras de distintas formas talladas en las rocas destinadas a encajar vigas de madera.

En conclusión, que lo que en este lugar existió no fue un simple altar, sino un impresionante y genuino SANTUARIO RUPESTRE compuesto por tres altares de distintas características y entidad; y por estructuras destinadas a habitad permanente o eventual de las personas, sacerdotes supuestamente, que realizaban los rituales.

En cuanto a su cronología, por las cerámicas existentes allí y por las características de los labrados que presentan las rocas, debió comprender buena parte del primer milenio antes de Cristo.

por mariano Serna Martínez

Gracias Santiago, el santuaro es verdaderamente impresionante, y lo he cargado por si te apetece ir a verlo en estos días por que lo tienes cerca. Desde la Magadalena sale un estrecho sendero desde el mismo colegio que se dirige hacia el cerro, llegado a la falda se pierde. Hay que subir por el pequeño entrante del lado derecho del cerro y llegado arriba girar a la izquierda y abordar el cerro desde la parte trasera,... hacerlo de otra forma, además de imposible es ponerse en serio peligro. Y por cierto que el "ciprinido" ese, es el que se le ve el morro en lo alto de la cota pegado y a la izquierda de la gran roca redondona.

Te explico un poco el asunto de las cerámicas Elena. El Berrueco es un espectacular cerro que abarca un conjunto de yacimientos que se extienden, según los entendidos, desde finales del Paleolítico hasta el Hierro II, aunque también los hay medievales.

En la imagen que os aporto vemos el cerro desde el este. El Berroquillo es la lo ma de la izquierda y el Berrueco el cerro más alto

el santuario queda en otro cerro de menor altura pero de parecido aspecto al que se ve a la izquierda. Os aporto el plano de los yacimientos.

La Dehesa es del 12000 aC; la Mariselva del 4000-4500 aC; el Berroquillo del 2000 a.C.; el Berrueco del 1200-800 a.C; y los castros de las Paredejas y los Tejares del 800 al 100 a.C.

Santa Lucia, que no figuraba en el conjunto de yacimientos, lo incorporé yo y es medieval. El Berrueco en mucho Berrueco.

El santuario se encuentra en el promontorio que queda al sur del Berrueco y, como ves, aparece rodeado por cinco de los yacimientos cuya cronología va del Paleotítico al Hierro.

Mi opinión es que él elemento más antiguo (el altar de los burdos escalones) debió ser realizado entre el segundo y primer milenio a de C. por las gentes que ocuparon la parte alta del cerro. Y que el culto siguió en la época de los castros (800 a 100 a de C.) época a la que creo corresponden las escotaduras del "pez" y de las rocas del lugar, y que sus autores fueron las gentes del castro de Tejares situado a las puertas de la Magadalena del que casi no quedan restos.

Hay cerámicas por todos lados, casi todas sin decoración, pero según subiamos ya proximos al cerro por el entrante del lado derecho, encontré cerámicas similares a las de cualquier castro y en concreto al de las Paredejas (800-100 a C.), relativamente finas unas aparentemente realizadas a torno; y más toscas y relaizadas a mano otras. En el mismo santuario, aunque no abundantes se vén del mismo tipo. Ten en cuenta Helena que yo tengo experiencia en las peñas rituales y mucho menos en las cerámicas ni tampoco quiero entrometerme en esas cosas más de lo necesario.

Creo que el santuario tiene dos fases porque las escotaduras del ciprínido y las escotadu

ras del altar de los escalones son muy distintas. Las del ciprinido y las de las rocas para empotrar vigas y realizar estructuras son similares a las de cualquier castro del Hierro.

Entre otras cosas, decubrí lo que fue una estructura de cierto aspecto megalítico: dos rocas alargadas cerradas en su fondo por una gran laja. Fue una estructura de habitación pero hay que investigar para saber si es del Cobre, del Hierro o vete a saber.

Mientras andaba haciendo fotos, Primi, el descubridor y bautizador del pez, me hizo una foto.

Miraré esas fotos Augusto, pero fue normal el que esas gentes escogieran cantos curiosos para sus santuarios. Un saludo.


Vale, pero por el entrante de la derecha de la foto y cuando ya estés por alla arriba gira a la izquierda y entra por detrás. Te mando otra foto de un canto que hay allí entorno al cual están las escotaduras esa labradas en las peñas para acoplar vigas.

Y otra más proxima del altar de los escalones donde las peñás inmediatas, la del pez también, forman un refugio: ¿gruta sagrada?

http://terraeantiqvae.com