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martes, 27 de diciembre de 2011

TEMPLARIOS Y GNÓSTICOS DE PALESTINA A LA PATAGONIA: la pista francesa.

Publicado por Gustavo Fernández en 26-12-2011

Aclaraciòn importante al lector: favor de leer esta nota como un esbozo de investigación. Sé que la documentación bibliográfica es importante, pero no lo es todo. En realidad, este artículo es haberle dado forma a algunos pensamientos –alguien llamaría “desvaríos”- que vienen a mi mente a medida que me voy aprontando para viajar a investigar esto “in situ”- Sirva, pues, de mera introducción a lo que vendrá después.


Como con pesar he descubierto, quizás tardíamente, que buen número de lectores en Internet no leen sino “escanean” –difícilmente soportando cualquier texto que tenga más de diez líneas- pienso, con tristeza, que tanto extenso y meduloso artículo mío se ha perdido en las brumas del pasado en virtud, precisamente, de su extensión. Penosamente también, recuerdo cuántos lectores me han criticado que “escriba tan difícil”, es decir que, en definitiva, haga uso de un idioma tan rico como el castellano porque, claro, se les hacía arduo bucear en las profundidades metafóricas del uso de la lengua nuestra. De modo ke hantes de seder a la tentación d ser 1 + de akeyos ke odian consultar 1 dixionario si ai una palabra ke no entienden, (para simple mortificaciòn de la lengua que nos tocó) resumiré casi a trazo alzado mi teoría, y después, para quienes sí gusten de reflexionar entre los umbrosos renglones de sucesivos párrafos, brindaré el hilo conductor que buscaré seguir en inminentes investigaciones de campo.

En esta nota presentaré la analogía entre una roca “accidentalmente” descubierta en Rennes-Le-Chatèau, Francia, y el sarcófago vacío de la pirámide de Keops, proponiendo una transmisión ancestral de un saber. Un saber que llega a América mucho antes que Colón, pero que los europeos iniciados (como el propio Don Cristóbal) conocían y vienen a buscar. Un saber que estaba también en posesiòn de algunos bucaneros y filibusteros, mal llamados “piratas”, que en sus correrías estaban pendientes de identificar entre hermanos corsarios. Un saber que algunos curas expectantes sospechaban estaba en tierras americanas a poco de poner pie en ellas, y marcaron señales crípticas destinadas a quien tuviera ojos para ver.

De ese saber, ya sabemos, valga el retruécano: Jesús propuso una cosmovisión gnóstica, emparentada, si no surgida, con el pensamiento esenio. Un pensamiento donde la transmisión se basa en la importancia dada a la dualidad masculino – femenina.

En su grupo, reconversión esenia, María Magdalena era mucho más que su mujer: era su dualidad, la que compartía la direcciòn del grupo junto a Jesús.

Y embarazada de él, tras la crucifixión (que no la muerte) huye con José de Arimatea rumbo a Francia.

Allí, en algún lugar del Languedoc, se instala hasta su muerte, rodeada de un pequeño pero fiel grupo de perpetuadores de sus enseñanzas y vivencias.

De su hija, protegida por el Priorato de Sión, deviene el linaje de los reyes merovingios (linaje que aún hoy disputa, aunque sea simbólicamente, su lugar en la Historia a los carolingios).

¿Qué esto es el Código Da Vinci?. Perdón, el “Código Da Vinci” es un pésimo plagio no sólo de libros anteriores dignos de respeto, sino de una historia mucho más apasionante que la fantasía de Dan Brown.

Y volvemos. Los Templarios originales –no los que devienen con los años- sabían y protegían este secreto.

Allá, en el sudeste de Francia, cerca de donde se estableciò María Magdalena, los Templarios tuvieron una preceptoría que no fuera arrasada por los senescales de Felipe “El Hermoso” cuando, en contubernio con el papa Clemente V, deciden exterminar a la Orden. Por el contrario, logra ese grupo huir a su puerto privado en La Rochelle y partir con rumbo desconocido.

Ese rumbo fue América.

Pero mucho antes, en el Languedoc, las primitivas enseñanzas auténticas de María Magdalena se materializaron en un movimiento que parece calcado de los esenios: los cátaros. Fue en Montségur donde salieron de la historia y entraron en la leyenda.

Y muy cerca, en Rennes-le-Chateàu, un cura, Bérenger Saunière, se hace inmensamente rico en pocos días, luego de años de ser inmensamente pobre, cuando descubre “algo”. La pobre imaginación aldeana habla de “tesoro”. Nosotros pensamos en otra clase de tesoro. Un secreto por el que podría extorsionarse a muchos, a toda una institución aparentemente omnipotente, con tal de mantenerlo en secreto.

Pero Saunière se cuida. Y va dejando, como Pulgarcito metafísico, signos y señales en ese pequeño villorrio.

Y quizás no sólo en ese pueblecito. Es posible que haya “duplicado” la información en España.

El punto es que los templarios llevaron ese conocimiento a América. Y cuando los conquistadores arribaron, sabían que aquì esperaba “alguien” que sabía. Por eso lo buscaron, pero con el embozo propio de hermanos de iniciación.

Mientras tanto, atisbos de catarismo (o ded “templarismo”) ya se habían inmiscuido en las filosofías y religiones ancestrales americanas. La “dualidad ometeoica” –la complementaciòn hombre – mujer, que en el “kalpulli” tolteca (hermandad de transmisión del conocimiento ancestral) debía existir entre el “tekutli” (hombre) y su “cihuacoatl” (mujer – serpiente) no es más que el eco de la dualidad gnóstica de los “perfectos”, maestros de Catarismo. Y, suponemos, de un Jesús que le dio a María Magdalena no sólo el lugar de esposa sino de “dualidad” (lo que es mucho más profundo): es María Magdalena quien prácticamente le disputa a Pedro la autoridad sobre los apóstoles tras la captura de Jesús. Es ella la que se dirige a los ángeles que afuera del vacío sepulcro le dicen que no busque entre los muertos, etc. Y es ella la primera que le ve “resucitado”. Una iglesia machista y feminicida no podía permitir esto. Y una María Magdalena que, aún en los evangelios canónicos (ni hablemos de los apócrifos) no es ramera ni mucho menos; es tardíamente, allá por el siglo XVI, cuando una bula papal le adscribe esa profesiòn. En tiempos en que se discutía si las mujeres tenían alma…

Pero, como escribí al principio –y quien avisa, no es traidor- esto no es una investigación, sólo un esbozo de lo que será algún día salvo que, como cantara Credence, algún día nunca llegue.

La sabiduría del ángulo

Fue en un lejano 1978. Pedro Romaniuk, corriò la vetusta máquina de escribir que tenía ante él en ese living de su casa en General Rodríguez y desparramó frente a mí algunos papeles que como por arte de birlibirloque extrajo de un raído maletín. Con veinte años, mi afecto personal por Don Pedro no me obligaba a ser consecuente con sus teorías y especulaciones (que él presentaba como verdades de a puño) y hacía más de dos horas que discutíamos acaloradamente. Pasarían los años, coincidiríamos en algunos congresos, conferencias o pisos de televisión y creo que siempre nos causó una cómplice gracia ver las caras de mutuos conocidos, embanderados en los bandos de “cientificistas” y “contactistas” perplejos de nuestra relaciòn pese a que pensábamos tan distinto.

Fue en un momento de esa charla perdida en el tiempo que Don Pedro me preguntó (ya olvidé a tenor de qué): “¿Sabés porqué los “elementales” se llaman así?”. Cuando uno es muy joven tiene la petulancia de la intelectualidad y comencé a recitar alguna definición de diccionario. Pero me interrumpió con su habitual gesto impaciente y me dijo: “No. Es porque son fuerzas mentales que aparecen por las “L” es decir, por los ángulos”.

Por respeto no respondí lo que me pareciò una explicación alocada. Pero Pedro nos tenía acostumbrados a eso y no llevaba sentido contradecirle. Pensé, rápidamente, cómo se aplicaría esa definición etimológica si estuviéramos conversando en inglés, croata o urdu. Y me sigue pareciendo alocada. Pero no pude evitar evocarlo cuando, hablando de ángulos, comparaba estas fotos.

El cura misterioso

Si tuviera que resumir lo más alocadamente posible la historia de Sauniére –no cediendo a la fácil tentaciòn de invitar al lector, simplemente, a “googlearlo”- tendría que decir que se trató de un joven cura que a fines del siglo XIX, quizás por su carácter levantisco y transgresor, fue destinado a la humildísima parroquia de Rennes-le-Chateàu, en el sudeste francés, donde al cabo de un par de años y luego de encontrar dos antiguos manuscritos en el interior de un pilar visigótico durante unas refacciones en la humilde iglesia, se transformó en un verdadero potentado. Nunca quedó en claro –y siempre evitó hábilmente- la manera como lo logró, siendo ésa la inflexión para los aldeanos que los llevaron a murmurar del “hallazgo de un tesoro”. Es posible algunos estudiosos, incluso, lo suponen templario. Pero otros –yo mismo, sin creerme un estudioso- suponemos que fue otra clase de “tesoro”. Uno que, por lo demás, lo llevó a realizar numerosos viajes al exterior mientras su ama de llaves y fiel compañera, Marie Denarnaud, cuidaba sus intereses y mantenía el secreto aún décadas después de la muerte del sacerdote.

Ambos, patrón y empleada compañero y compañera, invertían largas tardes en recorrer los alrededores del pueblito, modificando la ubicación de las tumbas del pequeño cementerio, ordenando y planificando construcciones onerosas y simbólicas: la “villa Betania”, donde fijaron residencia, o la “torre Magdala”, casi columpiándose sobre el vacío, una hiperbólica referencia a María Magdalena. Ah, por cierto, desde tiempos muy remotos la iglesia del pueblo también estaba consagrada a Santa María Magdalena.

La torre Magdala

La torre Magdala

A poco de morir el enigmático ecleciástico, y hasta la casi actualidad, se han sucedido en el lugar múltiples excavaciones en busca de esos secretos, casi todas ellas clandestinas. Debo al amigo Máximo Decimo Meridio” (Sergio), empero, los detalles y el material fotográfico de la más reciente y académica: la realizada en agosto de 2003, cuando tres especialistas canadienses que supervisaron las investigaciones ecográficas a la Gran Pirámide de Keops, en Egipto, cuatro arqueólogos de la John Merril Foundation –un organismo privado de Palm Beach, Florida, que financia diversas excavaciones por todo el mundo–, y el director de investigaciones, el profesor Robert Eisenmann, uno de los mayores especialistas en exégesis bíblica, autor de libros dedicados a los rollos del Mar Muerto, llegaron al lugar y en compañía del alcalde, realizaron primero prospecciones con georradar.

Se relevó con este instrumental el subsuelo de la iglesia (donde parecen haberse localizado dos sepulcros hasta ahora desconocidos) y bajo el sótano de la Torre Magdala, el georradar mostró la presencia de un paralelepípedo.

Acceso -actualmente sellado-al sótano de la torre

Acceso -actualmente sellado-al sótano de la torre

Imaginen ustedes la expectativa cuando, frente a las cámaras de televisión, se procediò a excavar lo que se creía un “baúl” o “cofre” quizás con tesoros, sepultado. Pero la decepciòn ganó a todos cuando descubrieron que se tratable una roca, tallada artificialmente en forma de prisma, de 113 x 91 cm. Y con uno de sus ángulos, roto.

roca hallada en el sótano

roca hallada en el sótano

Terminó la nota para la televisión. Terminò, también, la promociòn publicitaria que algún hallazgo espectacular hubiera significado. Alguien había rellenado una excavación con una roca o, quizás, se había burlado de alguien sepultando una piedra, tal vez luego de robar el entierro original….

Pero yo tengo otra teoría. La piedra es un mensaje.

Comparen la roca extraída de la torre Magdala con el mal llamado sarcófago de la “cámara del rey”, en la mal llamada “pirámide de Keops” (que debería ser de “Kufu” si no fuera que ni siquiera sabemos si el faraón Kufu tuvo algo que ver con ella). Sarcófago que nunca fue tal porque, como está probado, nunca se colocò ningún cuerpo en él.

sarcófago de Keops

sarcófago de Keops

Bien, a ese sarcófago le falta también una esquina. Y no es producto de ningún intento de expoliación, ya que no tuvo nada jamás en su interior. Ni siquiera tapa (por lo que no era necesario forzarla). Una rotura que, claro, también fue hecha adrede. Y ambas, la roca de Rennes-le-Chateáu y el sarcófago de Keops tienen el mismo mensaje hermético:

El paralelepípedo, representa la Obra de Dios, Basamento del Universo (la colocaciòn de toda “piedra fundamental” al iniciarse una construcciòn es el resabio del antiguo ritual, perpetuado y conocido por los masones, de darle a la “primera piedra” el significado hermético de “ángulo del Universo”, entendiéndose que quiere dotarse a la edificación del valor de correspondencia Microcósmica, y por lo tanto, perenne, que el Macrocosmos al cual pertenece.

Pero a esa roca, se le quita un ángulo, una esquina, para recordar que el tesoro más preciado es el que más fácil perdemos (y cuesta recuperar): la Humildad. Porque nada que haga el Hombre será como la Obra de Dios. Será, por ende, imperfecta.

Mi referencia a los Masones no es gratuita. Permítanme incluir este hilo de razonamientos, además:

Dijimos que los Templarios, cuya preceptoría en Bézu (a pasos de Rennes-le-Chateáu)”demoró” en ser invadida por los hombres del rey (a pesar que en una maniobra milimétricamente calculada, en el amanecer del viernes 13 de octubre de 1307 en toda Europa se abrieron los sellos de las órdenes de captura que fueron ejecutadas al instante, tal como se advertía bajo pena de muerte), tuvieron unos días de ganancia para escapar a su puerto privado en La Rochelle y partir con sus navíos con rumbo desconocido. Seguramente América. Esa es la razón por la que las carabelas de Colón llevaban pintadas en sus avíos la “cruz pateada”, símbolo histórico de los Templarios: quizás con la intenciòn que si los mismos –o sus descendientes- las avistaban, no huyeran de su presencia o, mejor aún, atacaran (habida cuenta de sus innegables y legendarias dotes de estrategas militares que hubieran hecho desaparecer la escuálida expedición colombina en un santiamén).

Pero hay más:

Los Masones se constituyen en 1704. Designan a uno de sus máximos grados con el nombre de “Caballeros Templarios” y para ese grado adoptaban como símbolo una calavera sobre dos tibias cruzadas. Esto tiene una razón.

Cuando en 1312 se sustancian los procesos contra los Templarios en Francia, una de las leyendas que se exhuman como prueba de “necrofilia” son sus propios relatos, de puño y letra, que retrotraen a dos siglos atrás cuando un caballero de la Orden del Temple, enamorado de una doncella, ante la muerte por enfermedad de ésta no puede resistirse y exhuma el cadáver con el que tiene relaciones sexuales. Luego, para que nadie vuelva a mancillarla, decapita el mismo, y coloca su cabeza sobre sus piernas entrecruzadas. Años después, cuando oficiales del rey abren la sepultura, encuentran (¿adivinen qué?) el esqueleto desmembrado pero, ostensiblemente, las tibias cruzadas y sobre ellas, la calavera de la infeliz joven.

Esta crónica que peca de ingenua fue sin embargo una de las “evidencias” de sus “prácticas diabólicas”. A cualquier interesado en Hermetismo y Alquimia no se le escapará que en realidad tenemos aquì la descripción de todo un proceso de transmutación (suponer lo contrario sería como suponer que los textos alquìmicos medievales, cuando nos hablan de la “muerte tras los esponsales”, describen morbosamente un asesinato post nupcial…). El hombre que busca su evoluciòn espiritual debe aceptar el fin (la muerte) de sus creencias habituales (“inocente como una virgen”) para enfrentar y penetrar (“la consumación sexual”) lo desagradable de una verdad que, sobre todo, es Verdad: detrás de la Cruz (las tibias cruzadas) hay un secreto que no es apto para el vulgo (la calavera).

Y cuando a fines del siglo XVII y principios del XVIII los “piratas” comienzan a asolar el Caribe (en tiempos en que estaban gestándose las sociedades masónicas) algunos (no todos; como vemos, había distintos tipos de “Jollies Rogers”, denominación popular de las banderas piratas) eligen como símbolo, precisamente ése: porque era una señal críptica entre hermanos, a los que se buscaba o se les suponía en algún lugar de la geografía americana.

Bandera pirata que NO presenta exactamente la imagen a que nos referimos, precisamente porque cada capitán la seleccionaba a su gusto

Bandera pirata que NO presenta exactamente la imagen a que nos referimos, precisamente porque cada capitán la seleccionaba a su gusto

La "Jollie", sobre la que (y sus dueños) Borges escribió: "Te aguarda incorruptible tu tesoro: la vasta y vaga y necesaria muerte"

La "Jollie", sobre la que (y sus dueños) Borges escribió: "Te aguarda incorruptible tu tesoro: la vasta y vaga y necesaria muerte"

Pero esto último ya era sabido por algunos miembros conspicuos de la Curia católica (siempre hubo ocultistas que se sumaron a las filas vaticanas, ya sea por ser una protecciòn –la mejor- para sus entonces arriesgados estudios, ya sea porque en sus archivos encontraban el material que tanto necesitaban para trabajar), esoteristas de cuño que trabajaban de curas en horario laboral. Recordemos, sin ir más lejos, cuántos sacerdotes católicos resultaron ser, al paso de los años, masones. De hecho, sospecho que fue en el seno del propio Vaticano donde la Orden Templaria –cuando menos, sus enseñanzas,- se perpetuò con los más variopintos disfraces.

Y vinieron a “evangelizar” a América. Pero quizás, también, a establecer contacto con los viejos templarios que se sabía huidos a estas tierras. Y por eso, en algunos lugares, ya en 1535 inscribían, en frontispicios de catedrales como la de Cuernavaca (Morelos, México) en el lugar más visible posible, las tibias cruzadas y la calavera: porque sabían inevitable que a esos centros depositarios del saber y la política europeos, para hacer contacto o simple espionaje, los herederos de los templarios americanos habrían de acercarse….

Catedral de Cuernavaca

Catedral de Cuernavaca

Frontispicio

Frontispicio

La señal de referencia

La señal de referencia

En estos contextos, no resultan tan extrañas las investigaciones del ingeniero argentino Fluguerto Martí y su gente quienes dicen haber hallado, en las patagónicas costas del Golfo San Matías, los restos de una “factoría templaria”, ruinas simplemente conocidas como “El Fuerte” y sobre las cuales los arqueólogos no logran ponerse de acuerdo. O los trabajos del desaparecido Jacques De Mahieu, que hablan de presencia templaria en un Paraguay prehispánico….

Ah, por cierto, debo a nuestra amiga Fina, de España, un dato y material muy interesante. ¿Sabían que aparentemente Sauniére cruzó a España y en Girona hizo construir otra “Torre Magdala”, tal vez para ocultar allí más información?

Antigua foto que muestra, abajo y a la derecha, la "torre Magdala" de Girona, destruida años después

Antigua foto que muestra, abajo y a la derecha, la "torre Magdala" de Girona, destruida años después

Fuente: http://www.andrewgough.co.uk/girona_photos.html.-Click

Pero, como ya he escrito, esto es apenas un borrador. Veremos qué sumo cuando camine esas tierras.

http://alfilodelarealidad.wordpress.com/