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jueves, 21 de abril de 2011

La Última Cena no fue el jueves santo, ni Jesús murió a los 33 años.-

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Los cristianos siempre hemos creído que la última Cena se realizó el jueves santo, sin embargo ahora se sabe que Jesús no tuvo dicha cena un día jueves, algunos sugieren que fue miércoles, para el Papa Benedicto XVI la última Cena se realizó un día martes y no en jueves santo día el catolicismo celebra la institución de la Eucaristía y del sacerdocio.

Estos estudios también modifican la edad en la que Cristo murió y ya no habría muerto de 33 años como siempre nos enseñaron sino de 36 o 39 años de edad.

El profesor Colin Humphreys de la Universidad de Cambridge, en su nuevo libro, El misterio de la última cena, sostiene que la fecha exacta de la última cena fue el primero de abril del año 33 después de Cristo, lo que podría significar también que el arresto, interrogación y juicio no se produjo en un sólo día.

Humphreys, quien basa su hipótesis en una serie de investigaciones históricas, bíblicas y astronómicas, asegura que la incongruencia entre varios evangelios a la hora de situar la fecha de la última cena se debe a que durante aquella época, la población utilizaba tanto un viejo calendario judío como otro calendario de carácter lunar, siendo este último el oficial.

“Creo que Jesús, junto con Mateo, Marcos y Lucas, utilizaron un calendario distinto al empleado por Juan. De esa manera, la Cena de Pascua se habría celebrado el miércoles, lo que explica que ocurrieran muchas cosas entre ese evento y la crucifixión”, resaltó en declaraciones ofrecidas a The Daily Telegraph. Fuente: psynnoticias

El Papa Benedicto XVI en el segundo volumen de Jesús de Nazaret, afirma que Jesús en la última Cena no celebró la Pascua judía, sino que celebró una cena de despedida con sus discípulos y para esto hace un estudio comparativo del Evangelio según los sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas ) y el Evangelio según San Juan.

Este es un artículo publicado en la provincia.es en el cuál el Papa Benedicto XVI apoya los estudios de John P. Meier autor de Un judío marginal.

Por un lado, los sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) dan a entender que Jesús y sus compañeros se reunieron en una cena pascual judía, que se celebró en la noche del jueves al viernes y que este último día de la semana judía fue el del prendimiento, juicio y ejecución de Jesús. Sin embargo, el cuarto Evangelio, el de Juan, ofrece datos para datar el encuentro no en la víspera de la gran festividad judía, sino un día antes. Aquella cena de despedida pudo celebrarse también en jueves -o acaso una o dos jornadas antes- , ya que lo que Juan expone es que la fiesta de la Pascua judía cayó ese año en sábado y no en viernes. La tradición cristiana desde hace casi dos mil años ha fijado el Jueves Santo como fecha de la cena pascual de Jesús, pero ahora mismo no sería considerada tan pascual, es decir, tan judía, como dieron a entender Marcos, Mateo y Lucas.


En medio de esta controversia ha terciado finalmente el Papa Benedicto XVI en su reciente libro Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. Benedicto XVI, que, no obstante, no se manifiesta con la autoridad doctrinal de Pontífice, se inclina por el calendario propuesto por el evangelista Juan, una posición que a su vez refrendan las últimas tendencias de la exégesis del Nuevo Testamento, según las cuales el texto joánico, pese a su fuerte elaboración teológica y reinterpretativa de Jesús, ofrece datos históricos de gran valor.


Fiesta de los ácimos


Benedicto XVI expone en su libro que el evangelista Marcos (al que siguen en sus textos Mateo y Lucas) cuenta que "el primer día de los ácimos le preguntaron los discípulos a Jesús dónde celebrar la cena de Pascua". Ese primer día de los ácimos es la jornada judía en la que se inmolaban los corderos pascuales en el Templo de Jerusalén, la víspera de Pascua, es decir, el jueves.


Por tanto, el prendimiento, el proceso y la crucifixión de Jesús se iban a producir el viernes. Pero pregunta Benedicto XVI siguiendo a los exégetas: ¿cómo pudo suceder todo ello durante el día del año más importante para los judíos? Esta duda es la que hace sospechar a los escrituristas desde hace más de cien años que los evangelios sinópticos contienen algún error o imprecisión. En su libro, Benedicto XVI cita a continuación los datos aportados por el evangelista Juan. En primer lugar, el cuarto evangelista no dice que la última cena de Jesús haya sido una cena pascual judía. El dato esencial ofrecido por Juan para no incurrir en dicha afirmación es que las autoridades no entran en el pretorio de Pilatos para asistir al juicio de Jesús, ya que ello hubiera sido motivo de impureza y obstáculo para celebrar la cena pascual. Esto quiere decir que Jesús fue juzgado la víspera de la principal festividad judía, que ese año caía en sábado.


Benedicto XVI confirma entonces que si Jesús muere en esa víspera, lo hace a la vez que los corderos están siendo sacrificados en el Templo, lo cual da pie a la figura teológica de que el Nazareno es el Cordero de Dios. En su libro, el Pontífice asegura seguir para todos estos discernimientos la obra del escriturista estadounidense John P. Meier, cuyo libro Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, es considerado como una de las mejores obras sobre el Nuevo Testamento. Publicada desde 1991 en cinco gruesos volúmenes, el último de ellos fue traducido el año pasado al castellano.


En el último capítulo del primer volumen, Meier reconstruye la que juzga como cronología más correcta de Jesús y sus últimos días. "El año 30 después de Cristo, encontrándose Jesús en Jerusalén con ocasión de la ya próxima fiesta de Pascua, al parecer sintió que la creciente hostilidad entre las autoridades del Templo de Jerusalén y él mismo estaba llegando a un punto crítico", expone el escriturista americano. A continuación, Jesús "celebró una solemne cena de despedida con su círculo de discípulos más íntimo, en la noche del jueves 6 de abril, según nuestros modernos cálculos, que era el comienzo del día 14 de nisán, día de preparación para la Pascua, según el cómputo litúrgico judío".


Ese jueves, por tanto, no es la víspera inmediata de la Pascua judía, sino la jornada anterior. Después, Jesús fue "arrestado en Getsemaní en la noche del 6 al 7 de abril, y fue primero interrogado por algunos funcionarios judíos (menos plausiblemente por todo el Sanedrín) y luego puesto a disposición de Pilatos a hora temprana de la mañana del viernes 7 de abril. Pilatos le condenó rápidamente a muerte por crucifixión. Después de sufrir azotes y escarnios, Jesús fue crucificado fuera de Jerusalén aquel mismo día. Murió en el atardecer del viernes 7 de abril del año 30", prosigue John P. Meier.


El autor de Un judío marginal asegura que Jesús tenía entonces "unos treinta y seis años", pero otros escrituristas sostienen que la fiesta de Pascua cayó el sábado 7 de abril del año 30 y el 3 de abril del año 33. En este último caso, Jesús habría muerto a los 39 años, pues es asunto admitido generalmente que había nacido unos años antes de la fecha señalada después como origen de los tiempos cristianos. Así, en la misma obra, Meier expone que "Jesús de Nazaret nació -lo más probablemente en Nazaret, no en Belén-, hacia el año 7 o 6 antes de Cristo, unos años antes de la muerte del rey Herodes el Grande (año 4 antes de Cristo). Después de crecer sin sucesos destacables en el seno de una devota familia judía rural radicada en la Baja Galilea, se sintió atraído hacia el movimiento de Juan Bautista, que había iniciado su ministerio en la región del valle del Jordán hacia finales del año 27 o comienzos del 28 después de Cristo".


Según John P. Meier, Jesús inició su "ministerio público en la primera parte del año 28, cuando tenía unos treinta y tres o treinta cuatro años de edad, y regularmente alternó su actividad entre su Galilea natal y Jerusalén (incluida la zona circundante de Judea)".


El respaldo que Benedicto XVI ofrece a Meier se traduce en la afirmación de que "Juan tiene razón: en el momento del proceso de Jesús ante Pilato las autoridades judías aún no habían comido la Pascua, y por eso debían mantenerse todavía culturalmente puras". El Pontífice vuelve a asegurar que Juan acierta también porque "la crucifixión no tuvo lugar el día de la fiesta, sino la víspera. Esto significa que Jesús murió a la hora en que se sacrificaban en el templo los corderos pascuales. Que los cristianos vieran después en esto algo más que una mera casualidad, que reconocieran a Jesús como el verdadero Cordero y que precisamente por eso consideraran que el rito de los corderos había llegado a su verdadero significado, todo esto es simplemente normal".


Aplicando la lógica, "Jesús era consciente de su muerte inminente y sabía que ya no podría comer la Pascua". En vista de ello, "invita a los suyos a una Última Cena particular, una cena que no obedecía a ningún determinado rito judío", agrega Benedicto XVI. Esta perspectiva en el análisis del Jesús histórico choca, no obstante, con los exegetas que sostienen que Jesús, aunque no celebró la cena pascual judía, no tenía previsto instituir ningún nuevo rito.


En este punto, Benedicto XVI adopta una visión mixta, aunque muy católica y doctrinal: Jesús celebró "su despedida, en la cual daba algo nuevo, se entregaba a sí mismo como el verdadero Cordero, instituyendo así su Pascua".


En consecuencia, "la esencia de esta cena de despedida no era la antigua Pascua, sino la novedad que Jesús ha realizado en este contexto. Aunque este convite de Jesús con los Doce no haya sido una cena de Pascua según las prescripciones rituales del judaísmo, se ha puesto de relieve claramente en retrospectiva su conexión interna con la muerte y resurrección de Jesús: era la Pascua de Jesús", concluye el Pontífice.