Descubierta en 1911 por 
Hiram Bingham, La ciudad sagrada 
de Machu Picchu (la Vieja Cumbre)  
es mucho más que una joya 
arquitectónica erigida sobre la 
cúspide de una montaña 
de los Andes peruanos.
Cuántos  han viajado a Machu Picchu! Desde los cuatro puntos cardinales del  Planeta, he visto gente y más gente; es hoy un boom turístico, los he  observado de todas las edades, razas y sociedades. Todos recorren los  paisajes externos de ese mundo tan especial y único; se maravillan de su  belleza formidable y su magnificencia arquitectónica a 2.700 metros de  altura; algunos me dijeron “Es Disneyworld al natural”; y es verdad. Pero pocos, lamentablemente muy pocos, perciben lo otro,  eso que está en el conocimiento ancestral de todo un pueblo místico y  ceremonial, que ha conservado como ninguno, su forma intacta y  auténtica, a través de 500 años; eso que vivimos en las ceremonias  chamánicas que hacemos en nuestros asiduos viajes.
Esta Cultura Panandina,  ha sobrevivido al mentado progreso y evolución civilizadora; a las  plagas y pestilencias; a las guerras y a la conquista occidental. Y está  allí, en el aquí y ahora, porque es una Filosofía y Metafísica de lo Sagrado. 
Es una tradición que identifica lo Divino, como un hecho de todos los días, bien natural y espontáneo, porque Dios está en la Naturaleza. El varón y la mujer son entidades vivientes que están posados sobre una Gran Madre Amorosa, la Pacha Mama, la Madre Tierra, que recibe minuto a minuto, segundo a segundo, la apoyatura paternal del Sol. Ellos, los aborígenes andinos, conocen también, milenariamente, el romance eterno y bello de Mamá Luna y Papá Sol, en su encuentro-desencuentro del Día y la Noche. En esos 125 kilómetros del Valle Sagrado de los Incas, desde la capital imperial, Qosqo, a la Montaña Vieja, Machu Picchu, todos viven la Conciencia de lo Divino,  imposible de acceder directamente en la cultura occidental; tenemos que  sentirnos felices y congratulados, “los blancos”, que podemos captar el  viaje fabuloso chamanico por los dominios de la conciencia; en el cual  podemos explorar los arquetipos y símbolos de la Metaconciencia. 
El  hombre común “del progreso y el materialismo” explora la mente del  afuera hacia adentro, dentro del meollo del yo y la personalidad; los  andinos hacen el viaje en sentido inverso, buscando y hallando un nuevo estado mental, con experiencias subjetivas que tienen la maravillosa habilidad de “no dejarse engañar por ellas”;  hay realmente una pureza de intenciones tal, así como una finalidad, en  las cuales sus experiencias mentales llevan implícitas la vocación de servicio y la permanente sonrisa del darse cuenta;  ellos saben, nosotros solamente conocemos; no hay ningún mito de  expulsión del Paraíso que valga. Esa visión de conciencia modificada,  que vivimos en las ceremonias chamánicas y que hacemos permanentemente  en el recorrido sagrado desde el Lago Titikaka (El Altar más alto del  mundo) hasta el Machu Picchu, vamos aprendiendo a transitar un mundo  animista, en el que se percibe “el encantamiento” de árboles, nubes,  animales, rocas, piedras, montañas, ríos; percibimos y sentimos, los Apus y los Aukis;  nos movemos entre figuras arquetípicas, que están en los mundos  paralelos, que no vemos, pero que sabemos que existen, porque nos  resultan familiares.
Todos hemos vivido el Mar de la Serenidad, el lugar de la paz y la tranquilidad, el Entrevidas,  cuando terminamos nuestro camino físico y “volvemos a nuestra casa”, en  el Allá Arriba; en esos rituales, volvemos a reconocernos en nuestra  verdadera vida, la espiritual; volvemos a sentir esa armonía con el Todo  y con el Grande, nuestro verdadero y auténtico Padre.
También podemos aprender a soñar despiertos  y a encontrar los mil y un colores, de todo un mundo que abre, en mil  facetas, los siete colores del Arco Iris; nos experimentamos a nosotros  mismos; “estoy yo conmigo mismo”; vivo un espacio y tiempo real, que no  se mide geométricamente ni con relojes; sé, siento, percibo, que el  tiempo y el espacio no existen; estoy en la inmensidad del Todo, porque  mi unidad, es parte de toda la GRAN UNIDAD. 
Cuando  estamos allá, en un lugar secreto dentro de Machu Picchu, muy poco  accesible al público en general, todos tomados de las manos, en forma  circular, con nuestras piernas cruzadas y el cuerpo erguido, estamos  quizá, en un tiempo lineal de tres horas, pero cuando tomamos conciencia  nos parece sólo un minuto, un pequeño lapso. Y nos sentimos renovados,  con mil vivencias internas; el paisaje nos parece otro; sonreímos, nos  abrazamos; hemos comprendido otro estar, que es mucho más ser, que  permanecer. Somos las Marías, Ricardos, Lilianas, Marianas. Robertos,  Fabios, Adrianas de siempre, pero empezamos a sentirnos otros; brota la  sonrisa desde el adentro y no la hipócrita, vemos a nuestros semejantes,  como un compañero  más de vida; podemos sentir el Amor y no sólo el  querer, por eso sale, el profundo llanto, oculto durante años y el  abrazo fraterno, fuerte y potente, que tanto necesitábamos expresar. Con  estas ceremonias rituales, alimentamos nuestra mente, la fortalecemos y  nuestra intuición empieza a fluir, como un río caudaloso que estaba  apretado por unas riberas fuertes y duras, que llamamos raciocinio y  pensamiento. 
Cuando   realizamos la CEREMONIA DE LOS CUATRO VIENTOS  o los CUATRO APUS,  empezamos a vivenciar el acercamiento a los cuatro caminos a que nos  lleva la vida.
 Con  nuestras hojas de coca, formando EL TRÍGONO, nos dirigimos hacia el  Viento del Sur para despojarnos del Pasado; cuando viramos hacia el  Oeste, tenemos que enfrentarnos a los miedos y superarlos. Miramos al  Norte, para tratar de aprender la sabiduría, para acercarnos a ella,  atisbarla y saber lo inconmensurable que es, pero a la cual podemos  acceder, si seguimos el camino correcto, el del tronco del  árbol y no  el de las ramas, como ha hecho Occidente.  En el Este está la   adquisición de precognición y videncia, dos hechos paranormales  distintos y que muchos confunden permanentemente. También percibimos, en  su real dimensión, las presencias positivas y negativas, sin  preconceptos, sin tabúes ni ataduras, a los que somos tan proclives, en  estos tiempos del Afuera y no del Adentro. 
 Cuando  terminamos nuestra ronda personal, acompañados con la MAMA KUKA, que el  Hombre Occidental ha transformado químicamente en el peor veneno  que  existe en la actualidad, llegamos a casa, al UNO MISMO, al TODO y al  PRINCIPIO. Llegamos para partir de nuevo, como siempre, en esta media  vital de intentar ir subiendo los escalones de la GRAN ESCALERA DE LA  SABIDURÍA. Conocer y paladear, internamente, el OTRO MACHU PICCHU, que  debería ser una tarea a cumplir por todos los hombres de este mundo que  vivimos, tan caótico como también esperanzado. 
Todavía  resuenan en mis oídos las frases que mis últimos compañeros de aventura  de este año, me expresaron en la reunión final que hicimos en el Qosqo,  el españolizado Cuzco, cuando ya regresábamos a nuestro país. PERÚ ES  UN ESTADO DE CONCIENCIA, me dijo una mujer cinematografista que habiendo  recorrido tanto mundo nunca había sentido algo igual.  ESTA ES UNA  DOBLE VACACIÓN, me dijo una maestra, que con su humilde sueldo vino tres  veces al Perú ¡increíble! SIEMPRE SUPE QUE DOS MÁS DOS ES CUATRO PERO  HOY SÉ QUE PUEDE SER 3.80 o 4.20, así me lo expresó un Doctor en  Ciencias Económicas, que desató muchos nudos internos en el INTIHUATANA  DE MACHU PICCHU, y lloró como nunca, con la satisfacción enorme de saber  que empezaba un nuevo y hermoso camino. TENÍAS RAZÓN, FABIO, LA VIDA ES  ANTES Y DESPUÉS DE PERÚ, me confesó una escéptica mujer de la provincia  de Buenos Aires, que vino muy incrédula a este viaje maravilloso y  quizá único.
Sé,  amigo, que ALGUNA VEZ IRÁS AL VALLE SAGRADO INKA Y AL MACHU PICCHU;  sólo te pido que no solamente te deslumbres con su bellísimo paisaje,  realmente estupendo, ni con las mal llamadas RUINAS, sino que VISITES  CEREMONIALMENTE 125 kilómetros de santuarios, portadores de un  conocimiento ancestral místico, francamente increíble. Quien esto  escribe, que como buen sagitariano ha recorrido muchísimos lugares del  mundo, y viviendo en 18 países distintos, solamente  HA IDO 35 VECES A  UN LUGAR LLAMADO VALLE SAGRADO DE LOS INKAS.
Te espero, quizás allí o aquí. Lo mejor para ti. Suerte en este presente. 
La mano extendida de siempre. 
FABIO ZERPA            
EL AUTOR  es profesor de historia y antropología, escritor e investigador  multidisciplinario. Fue director y/o editor de varias revistas  especializadas, entre ellas la bien conocida Cuarta Dimensión, y actualmente es responsable de la publicación digital El Quinto Hombre. Ha escrito innumerables artículos y 16 libros entre los que se cuentan Los Ovnis existen y son extraterrestres y Ellos, los seres extraterrestres.
© Fabio Zerpa 2000 – Derechos reservados.
Reproducido con permiso expreso del autor
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Prohibida su reproducción sin autorización previa del 
Hiram Bingham, La ciudad sagrada 
de Machu Picchu (la Vieja Cumbre)  
es mucho más que una joya 
arquitectónica erigida sobre la 
cúspide de una montaña 
de los Andes peruanos