Fotografía cedida por el Instituto Nacional de Investigacion de Florencia para atestiguar que el misterioso tono rojizo de Pompeya nunca ha existido como tal.
Vía: ABC | EFE | 16 de septiembre de 2011
El famoso “rojo pompeyano”, característico de las zonas arqueológicas de Campania, al suroeste de Italia, era en realidad amarillo. Las modificación fue causada por gases químicos con altas temperaturas procedentes de la erupción del Vesubio de Nápoles en el año 79 d.C. Ahora la ciencia descubre que gran parte de las paredes de las villas de Pompeya y Herculano tenían originalmente un color amarillo ocre.
Fresco de la Casa de Los Misterios, Pompeya. Wikipedia
El “rojo pompeyano”, se convirtió en un símbolo, un color brillante famoso en todo el mundo, que generó una tradición tanto en el arte como en la decoración. Esos tonos inspiraron a grandes artistas como Rafael Sanzio, quien lleno de rojo pompeyano las estancias vaticanas. Un estilo, el rojo pompeyano, extendido también en los hoteles de todo el planeta.
El fenómeno de esta mutación de color, del amarillo al rojo, era ya planteado por algunos expertos, pero un estudio del instituto Visual del Consejo Nacional de Investigación (INO-CNR) de Florencia desvela completamente el misterio, permitiendo cuantificar su alcance. “Las paredes que actualmente se perciben de color rojo son 246 y las de amarillo 57, pero de acuerdo a los resultados del estudio, inicialmente tenían que ser, respectivamente, 165 y 138”, precisa Sergio Omarini, responsable de la investigación. “Este descubrimiento permite reinterpretar aspectos iniciales de Pompeya y Herculano de forma completamente diferente a como habíamos conocido esas ciudades, en las que predomina el rojo llamado 'pompeyano'”, añade el investigador.
“Este rojo fuerte se obtenía antiguamente del cinabrio, un mineral compuesto en un 85 % de mercurio, y del minio, compuesto de plomo, y algunos pigmentos muy caros y raros que se utilizaban principalmente en la pintura; o bien se podía conseguir calentando el ocre amarillo, una tierra que era fácil de obtener” , concluye el investigador Omarini. Este último efecto, descrito en la antigüedad por Plinio y Vitrubio, se puede percibir también a simple vista en las grietas que surcan las paredes rojas de Pompeya y Herculano.
La investigación se ha llevado a cambo con instrumental no invasivo: se utilizó el espectrofotocolorímetro, que mide el color y la fluorescencia de rayos X, lo que ha permitido revelar la presencia de elementos químicos diversos del minio y sobre todo del cinabrio.
Este descubrimiento puede obligar a reescribir algunas páginas de la historia del arte. O al menos los historiadores del arte y los arqueólogos tendrán que reflexionar sobre el amarillo perdido en esas dos célebres ciudades sepultadas por las erupciones del Vesubio.
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Puede que este descubrimiento obligue a reescribir algunas o muchas páginas de la historia del arte, pero lo que sí está claro es que el llamado "rojo pompeyano", como color decorativo, percibido como afín a todo tipo de ambientaciones "clásicas", no lo desbanca ya nada ni nadie (y menos por una cuestión proporcional de estancias). Todo lo más que cabe esperar es que se comience a combinar con ese color ocre-amarillo que nos presentan como el original (y que no es, por tanto, amarillo del todo).TERRAE ANTICVAE