Tres escáneres de huellas experimentales, una de ellas de Laetoli. A) Mapa del contorno de una huella humana caminando a paso normal con las extremidades extendidas y una vista lateral de la huella. B) Mapa del contorno de una huella humana caminando con la cadera y rodillas dobladas y vista lateral de la misma. C) Mapa del contorno de una huella de Laetoli (G1-37) y vista lateral de la misma. Obsérvese la diferencia de profundidad del talón y dedos del pie entre los humanos modernos caminando con los dos tipos de marcha. En el caso de Laetoli se observan profundidades relativas de dedos a talón similares a una marcha actual humana normal.
Cortesía de Raichlen DA, Gordon AD, Harcourt-Smith WEH, Foster AD, Haas WR Jr. (2010) Laetoli Footprints Preserve Earliest Direct Evidence of Human-Like Bipedal Biomechanics. PLoS ONE 5 (3): e9769.
Vía: LNE | Europa Press| 21 de julio de 2011
Científicos de la Universidad de Liverpool han descubierto que las huellas antiguas en Laetoli (Tanzania) demuestran que las características humanas de los pies y la forma de andar existían casi dos millones de años antes de lo que se pensaba. Estudios anteriores habían sugerido que las características del pie humano, tales como la capacidad de impulsarse sobre el suelo con el dedo gordo del pie, y la posición bípeda erguida al andar, surgieron en los primeros homínidos (Homo erectus), aproximadamente hace 1,9 millones de años.
Sin embargo, investigadores de Liverpool, en colaboración con científicos de la Universidad de Mánchester y la Universidad de Bournemouth, han demostrado ahora que las huellas de un ancestro humano que se remonta 3,7 millones de años (Australopithecus afarensis) muestran rasgos de los pies con más similitudes con el paso de los humanos modernos que con el tipo de andar bípedo usado por chimpancés, orangutanes y gorilas.
El lugar donde se encuentra la huella de Laetoli contiene la primera ruta conocida hecha por nuestros ancestros y consta de 11 impresiones individuales en buenas condiciones. Los estudios previos se han basado principalmente en las impresiones individuales y, por lo tanto, han malinterpretado características artificiales tales como la erosión y otros factores ambientales, tratándolas como características genuinas de la huella. Esto ha tenido como resultado muchos años de debate sobre las características exactas de la manera de andar de los primeros antepasados humanos.
El equipo usó una nueva técnica estadística, basada en los métodos empleados en las imágenes funcionales del cerebro, para obtener un promedio tridimensional de las 11 huellas.
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En Popular Archaeology abundan más en la noticia al decir (Traducción: G.C.C):
Foto: Molde de las huellas de un Australopithecus afarensis en Laetoli. Museo de Laetoli. Cortesia GIRlintheCAFE. Flickr
Lo que encontraron (tras el estudio) fue revelador. Según argumenta Robin Crompton (foto a la izquierda), del Instituto del Envejecimiento y Enfermedades Crónicas de Liverpool: "Antes se pensaba que el 'Australopithecus afarensis' caminaba en una postura encorvada, y sobre los lados de los pies, impulsándose con la parte media del pie, tal como hacen los grandes simios de hoy en día. Sin embargo, encontramos que las huellas de Laetoli representaban una forma de caminar bípeda, totalmente erguida e impulsada por la parte delantera del pie, especialmente por el dedo gordo, al igual que los humanos de hoy, y muy diferente del andar bípedo de los chimpancés y otros simios".
"La función del pie representada por las huellas es, por tanto, muy probablemente similar a los patrones observados en los humanos modernos. Esto es importante, porque el desarrollo de las características de la función del pie humano ayudó a nuestros antepasados a expandirse aún más fuera de África".
Estos hallazgos son significativos, dado que muchos científicos han sostenido que el caminar en posición vertical, entre los antepasados del hombre, no evolucionó hasta hace alrededor de 1,9 millones de años con las primeras especies del género Homo, el género que contiene la especie Homo erectus. El Homo erectus es la especie que, con base a las evidencias del registro fósil, colonizó, efectivamente, el mundo. Según el Dr. Bill Sellers (foto a la izquierda), un miembro del equipo principal de la Universidad de Manchester, "Las huellas de Laetoli es una instantánea de cómo los primeros ancestros humanos utilizaban sus pies hace 3,7 millones de años ..., nosotros podemos ver que la evidencia apunta a una función del pie sorprendente moderna, muy tempranamente en el linaje humano".
Pero hay una mosca en la sopa. De acuerdo con muchos paleoantropólogos (los especialistas que estudian la temprana biología humana, su cultura y medio ambiente), la capacidad de caminar en posición erguida y las piernas más largas ayudaron a hacer posible que los humanos recorrieran grandes distancias y marcharan más lejos y más rápido que antes; sin embargo, a diferencia del Homo, los Australopithecus afarensis no disponían de piernas más largas y de un toso más corto, las cuales son características de especies como el Homo erectus o el Homo sapiens (humanos modernos). Su torso era largo y sus piernas cortas, más parecidas a la de un simio, "Lo que hace que sea probable que sólo pudiera caminar o correr con eficacia en las distancias cortas", aduce Crompton.
Muchos científicos, incluyendo aquellos que han realizado los resultados del estudio previo de Liverpool, han sugerido que la locomoción bípeda (caminar en posición vertical) comenzó a desarrollarse con un ancestro que vivía en los árboles, tanto para los grandes simios como para los humanos modernos. Los resultados de los estudios más recientes parecen apoyar la hipótesis, proporcionando indicadores de que incluso con patas cortas y torso largo los Australopithecus disponían de capacidad locomotora más parecida a la de los humanos modernos, a pesar de que ellos (los australopitecinos) podían haber estado limitados a distancias y velocidades más cortas.
Crompton concluye: "Ahora necesitamos determinar cuándo nuestros antepasados se volvieron capaces, por primera vez, de caminar o recorrer distancias muy largas, lo que permitió a los seres humanos colonizar el mundo".
El estudio fue financiado por el Leverhulme Trust y el Consejo de Investigación del Medio Natural. Los resultados detallados se publicaron en un informe publicado en la Royal Society Journal.
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