144.000 es un número simbólico.
Si sumamos 1+4+4 = 9
número del Nuevo Humano - Homo Galácticus.
Eugenia Ventrici
Eugenia Ventrici
A vosotros, hijos de la Nueva Galilea de los Gentiles, quiero deciros, al final de esta obra terminada, que habla de un futuro que con rapidez se acaba, que ahora vuelve del espacio, una vez las moradas preparadas, Aquél que os hiciera su promesa. Antes vino por Amor y ahora lo hará por la Justicia. No importa si demasiados le odian, o le ignoran... : son los ciegos. Que aún no saben salir de su mundo de tinieblas.
En estos tiempos en los que el fin ya se vislumbra, poco importa lo que se os niega, si El tanto os ofrece. Levantad la cabeza, que es el momento de acudir al parto venturoso : primero el dolor, después el gozo, por haber dado al mundo un hombre nuevo...Mirad al Sol que, cada día, más promesas os traerá con su misterio. Y también porque, cada día, siempre es nuevo y libre. ¡Cuántas cosas podremos descubrir si lo miramos ! Mirémosle bien, porque quien fija la atención encuentra al Padre, el Padre Celestial que nos encuentra a todos en el mismo océano: cada uno de nosotros es como un río...
Este es el tiempo de la Parusía. El mensaje que ahora Jesús nos trae es imperecedero, porque reside en el encuentro y no en la búsqueda. El nos dijo y escrito está : ¿Quién de vosotros, con su inquietud, puede añadir un codo a su estatura ? No os inquietéis, pues, y tened confianza en la espera, puesto que sabéis que ninguno de nosotros crece con la inquietud, sino con la respuesta.
Mirad también a las dulces aves que surcan el cielo: el poder de su vuelo reside en el dominio del aire que está a cada instante bajo sus alas. Mirad el nado del pez: su fuerza y secreto reside en el dominio que tiene sobre el agua que, en cada instante, le rodea. Miremos bien todos, ahora, que la pureza de nuestros espíritus y acciones, reside en el dominio que, sobre el medio de nuestro alrededor, podamos ejercer en cada instante. Lo que fragua y purifica nuestro ser es la intensidad de nuestro fuego de amor interior. Y así, seremos como el más brillante metal.
Es la certeza de cada momento que nos rodea, y de nuestra condición, lo que hace que crezcamos en armonía, y nos convirtamos en lumbreras de este mundo que agoniza. Porque “conversión” significa, de por sí, sacar de una esencia una gran obra. El mensaje de Cristo tiene como base expresarnos lo que es el caminar por esa senda. Que la certeza tiene su raíz más profunda, no en los anhelos particulares de cada uno de los que aquí estamos, sino más ciertamente, en las realizaciones que puedan permitirnos el encuentro con la Nueva Tierra.
Mirad bien, que en Amor debemos movernos y sentirnos Amor en la Esperanza, pues nos traerá alegrías y bienestares no basados en la satisfacción de la materia, sino en el sacrificio que después hará brillar la Luz. Ahora, deberemos morir cada día, porque así, cada día naceremos, y el niño que nace es joven, vital y lleno de energía poderosa.
Hubo tiempos pasados en que todo hombre no tenía tan grata posibilidad de adquirir tanto conocimiento...Y, ahora que la hay, pocos son los que se mueven internamente y trabajan en lo externo por Amor. Y muchos son los que trompetean...
Esta es la época que el Maestro nos anunció: LA DE LA ESPADA . Porque muchos que fueron reprimidos por su ignorancia, se vengarán de éstos que no aprovecharon los tiempos de ocasión que ya pasaron, mientras otros sí captaron el silencio y en él se hicieron piadosos y sabios. Ellos no se vengan ni adulan: callados, actúan. Nadie del mundo los conoce, pero, pronto, brillarán como bengalas.
Mucho es lo que pretenden saber los hombres de este mundo, pero, poco saben de lo que es nuestro. El buen árbol da fruto sano y limpio, pero, el árbol marchito, nada da. Por sus frutos, ya los conocéis. Tened paciencia, que en sus males morirán. No llenéis como ellos la mente, porque entonces el corazón se hará pequeño. En cambio, sed corazón, todo corazón, y seréis UNO como Cristo es UNO. Manejad los latidos de la vida y calmaréis tempestades. No por mucho conocer del corazón, aumenta el ritmo de sus latidos, sino por SABER y ENTENDER del corazón: del propio y no del ajeno. Porque el mejor panadero da lo que sabe que él mismo necesita: BUEN PAN.
Contemplad los frutos que hoy se observan en la obra impía. Ved el fruto que ha dejado la labor del Maestro de Maestros, que es la nuestra. Miradlo: porque si mucho es lo que se ha cambiado y mal utilizado, después de todo, sólo lo que es del Padre, perdura. Seamos, pues, del Padre, y seamos todos como ese Sol que amanece con fuerza y llega a su cenit con infinita belleza, estando, en su apogeo, con Luz y Humildad.
Felices aquellos que en la Paz, esperan. Bienaventurados sean.
José García Álvarez
Ovni Rama