Los restos del misterioso pie / Yohannes Haile-Selassie
Hace varios millones de años, nuestros antepasados dejaron de
trasladarse a cuatro patas para trepar a los árboles y caminar erguidos,
sobre sus dos pies. Cómo se produjo este proceso que nos llevó a
convertirnos en lo que somos hoy todavía está lleno de incógnitas y
ahora un nuevo hallazgo viene a complicar aún más el relato. Un
equipo internacional de investigadores ha encontrado en Etiopía
los restos del pie de un homínido de 3,4 millones de años cuyas
características morfológicas y motoras no encajan con las de los
homínidos que vivían entonces en África, los Australopithecus afarensis. Los investigadores sospechan que el pie puede pertenecer a otra especie de homínido, quizás una desconocida, con rasgos más primitivos, que se movía de forma diferente, con su propia manera de caminar. La descripción de los fósiles aparece publicada esta semana en la revista Nature (artículo y extracto)
Ejemplos
de la parte delantera del pie de los homínidos son raros en el registro
fósil sencillamente porque son muy frágiles. Es fácil que se conviertan
en alimento para los depredadores o que acaben descompuestos. El equipo científico, dirigido por Yohannes Haile-Selassie, del Museo de Historia Natural de Cleveland (Ohio), hallaron los huesos del pie en el yacimiento de Woranso-Mille, en la región Afar,
en el centro de Etiopía. Los fósiles databan de 3,4 millones de años,
una época en la que el único homínido conocido era el Australopithecus
afarensis, la especie a la que pertenecía la famosa y fascinante«Lucy», una hembra de 20 años, metro de altura y 27 kilos de peso que caminaba erguida, más o menos como una mujer actual, antes aún de que su cerebro creciera.
El dedo gordo oponible
Pero mientras los pies de «Lucy» y sus congéneres son comparables a los de los humanos modernos en su forma, el
pie que ahora ha sido encontrado resulta muy diferente. Tiene el dedo
gordo oponible, como un chimpancé, lo que lo hace más similar al pie
del Ardipithecus ramidus,
un antepasado de los humanos actuales que prosperó en lo que hoy es
Etiopía hace casi cuatro millones y medio de años, un millón de años
antes que el afarensis, lo que le sitúa muy cerca del momento en que se
cree que vivió el último ancestro común entre humanos y chimpancés. Su
mayor exponente es «Ardi», un ejemplar hembra de metro veinte y 50 kilos de peso.
La afinidad taxonómica de la nueva muestra sigue siendo incierta,
pero el esqueleto del pie fósil representa un homínido que, a diferencia
de sus contemporáneos Australopithecus afarensis, mantiene una capacidad de agarre que le permite trepar a los árboles y moverse a través de un bosque con más eficacia.
Según los científicos, estas diferencias pueden significar la presencia de más de una especie homínida en el comienzo del Plioceno tardío en África. Una de ellas mantenía la adaptación motora del Ardipithecus ramidus.