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martes, 14 de junio de 2011

REINTERPRETANDO LA BIBLIA.-

¿Qué sucedería si interpretásemos ciertos hechos relatados en la Biblia sobre la visión ufológica? El Diluvio, los "ángeles", los "milagros" o las gloriosas "visiones" de los profetas ganarían un sentido desconcertante. Y las analogías no cesan, a menos que las coloquemos a la sombra de nuestros preconceptos.

Pocas personas intentan hacer una lectura diferente de la Biblia, explorando su sentido de documento histórico, lleno de informaciones sobre el pasado remoto del hombre.

Antes de cualquier cosa, es preciso esclarecer que la Biblia no es un único libro. Son dos agrupaciones, el primero con 46, y el segundo con 28 libros. La unión del "Viejo Testamento" con el "Nuevo Testamento" (el período posterior al nacimiento de Jesús) es una decisión relativamente nueva del cristianismo. Y una lectura atenta muestra que los dos Testamentos tienen poco que ver uno con otro. Además de eso, sus traducciones fueron muy alteradas tanto por autoridades israelitas como por el Vaticano.

De cualquier manera, quien busca en la Biblia Ovnis, seres extraterrestres, monstruos y gigantes, encuentra. Existe una lectura que permite ligar la Biblia a tantos otros documentos históricos, como un testimonio de la interferencia extraterrestre en el pasado de nuestra civilización. Todo es cuestión de puntos de vista.

Comencemos por el Génesis, rememorando el Capítulo I: "En principio, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra estaba desierta y vacía, las tinieblas cubrían el Océano y un viento impetuoso soplaba sobre las aguas. Dios dijo: ‘¡Hágase la luz!’ Y la luz se hizo. Dios vio que la luz era buena. Y a la luz Dios llamó ‘día’, a las tinieblas las llamo ‘noche’...".

Después "Dios" separó los océanos, creó la vegetación, las estrellas, los animales, el hombre, y "descansó" en el séptimo día de trabajo. Después creó el jardín del Edén, y allí colocó a Adán y Eva.

Eso todo el mundo lo conoce. Mas hay un detalle que las iglesias y sinagogas no revelan: que la expresión "Dios" es una padronización de diversos nombres que constan en los originales del Viejo Testamento. El "Dios" de Moisés es una traducción de la palabra "Yahvé"; el "Dios" de la creación es una traducción de la palabra "Elohim", cuya traducción correcta significa "dioses". Por lo tanto, en el inicio "los dioses" crearon el cielo y la tierra. Sucede que esos dioses que crearon el cielo y la tierra, y todas las cosas, para colocar en el centro de todo al hombre, son muy diferentes a los "Elohim" que crean a Adán y Eva. Los que crearon el universo, de repente se instalan en un pedazo de tierra llamado Edén, retiro a Eva de una costilla de Adán y pasan a tener actitudes humanas. En Génesis 3-8 está el siguiente fragmento: "Oyendo el ruido del Señor Dios, que paseaba por el jardín a la brisa de la tarde, el hombre y la mujer se escondieron...". Finalmente, que dios omnipotente, omnipresente y omnisciente, ¿es ese que pasea por un jardín "a la brisa de la tarde"?

La cuestión de la serpiente también es muy controvertida. Ella es considerada por innumerables civilizaciones, de prácticamente todos los continentes como el símbolo de seres voladores, y también está asociada a los "que trajeron el conocimiento a los hombres", siendo una figura mitológica presente en muchas tradiciones, tal como la del griego Prometeo.

Muchos de los adeptos de la ufoarqueología sustentan la siguiente hipótesis: el "Dios" que creó el universo es uno, tal vez una interpretación (de base religiosa y cabalística) para el surgimiento del universo, de la Tierra y del hombre (en el centro de todo); y el "Dios" que creó a Adán y Eva parece más próximo a la traducción de "Elohim", los "dioses".

Estos dioses podían ser uno o varios equipos de colonizadores espaciales que aquí aportaron y habrían creado, con su tecnología avanzadísima para nuestros padrones, un laboratorio de vida en la Mesopotamia, esto es, el jardín del Edén. A través de operaciones genéticas, ellos habrían creado un ser humano pronto a desenvolverse indefinidamente sobre la orientación de los colonizadores.

Sucede que una parte de la tripulación se habría revelado contra la orden que los había enviado a la Tierra, y habría – de una forma que todavía es difícil de interpretar – dado a los hombres-cobayos la capacidad de desenvolverse por medios propios. "Dios prohíbe que el hombre coma de un determinado fruto del jardín, pues el día en que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal" (Génesis, 3-5).

Eva comió el fruto ofrecido por la serpiente, que fue entonces condenada a "rastrear". (¿Habría los tripulantes amotinados sido presos en la superficie terrestre?) y Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso. (¿Expulsados del laboratorio? ¿La experiencia habría sido interrumpida?).

Es importante tener en cuenta que lo que parece haber sucedido en días, de acuerdo con la narración bíblica, puede ser una condensación simbólica de centenas o millares de años. Mucho tiempo puede haber pasado entre la expulsión del Paraíso y esta escena descripta en el Génesis 6-1:

"Cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, viendo ‘los hijos de Dios’ que las hijas de los hombres eran hermosas, tomáronse mujeres, escogiendo entre todas (...). Había ‘gigantes’ en la tierra en aquellos días, y también después entraron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos; estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de nombre".

Si sustituimos Dios por dioses y dioses por visitantes extraterrestres, ¿la narrativa podría ser más explícita?

En seguida vino el Diluvio, que también es citado y descrito por diversas tradiciones de muchos otros pueblos de América, Asia o Europa. El Diluvio parece haber sido una decisión de los "dioses" de eliminar una experiencia degenerada. Sus variadas versiones sugieren eso. En la Biblia, las actitudes de "Dios" están llenas de decisiones contradictorias. Por ejemplo: un Dios no se arrepiente de lo que hizo, jamás. "Y arrepintióse el Señor de haber hecho el hombre en la tierra, y pésole en su corazón" (Génesis 6-6).

Más adelante, todavía en el Génesis (Capítulo 18), el "Señor" surge de forma muy humanizada durante el episodio que trata la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Dos de los ángeles van a Sodoma y allá encontraron a Lot, que les ofrece un banquete. "Mas el porfió con ellos mucho, y se vinieron con él, y entraron en su casa e hízoles un banquete, y coció panes sin levadura, y comieron" (Génesis 19-3). Finalmente, ¿qué ángeles son esos que comen?

El pueblo de Sodoma decide invadir la casa de Lot para conocer los dos visitantes. Y Lot ofrece sus dos hijas vírgenes para que los puebleros dejen los ángeles en paz. Mas la multitud resuelve atacar de cualquier manera. Y los ángeles cegaron a los atacantes. Cegaron, ¿cómo?

El resto es conocido. Lot huyó de la ciudad y "el Señor hizo entonces llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Destruyó las ciudades y toda la región, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal" (Génesis 19-24/26). Esta descripción es considerada por los adeptos de la historia abierta como un tipo de explosión semejante a la producida por las bombas nucleares. La verdad es que la región de Sodoma y Gomorra se sumergió a las márgenes del Mar Muerto, que hoy tiene la mayor concentración de sal conocida.

En Génesis 32, Jacob lucha contra un "ángel", queriendo que él lo "bendiga". Terminada la lucha, Jacob dijo: "Vi a Dios cara a cara".

En seguida, el Viejo Testamento desvía su atención para el Egipto, donde José, hijo de Jacob, es vendido como esclavo y pasa a progresar en la corte del faraón. Y así comienza la gran saga de la construcción del pueblo judío, relatada en detalles en el libro del Éxodo. "Dios" deja de significar Elohim para transformarse en Yahvé.

Yahvé es bastante diferente de los "dioses" citados anteriormente. El actúa de forma calculista y vengativa, coloca a los hebreos a su servicio, como "su pueblo". El estudioso Plínio Rollim de Moura formuló una teoría interesante sobre Yahvé. Para él, Yahvé sería la "serpiente" que provocó la "caída" del hombre, y habría sido condenado por los colonizadores del espacio a permanecer preso durante muchos siglos (probablemente en la Gran Pirámide). Suelto, Yahvé parte para la venganza utilizando a Moisés y al pueblo judío como instrumento de su expansión.

Y las aguas se apartaron...

Moisés (hijo de un matrimonio de la tribu Levi) es adoptado por la hija del faraón durante el período en que los judíos estaban esclavizados por los egipcios. Un día, en el monte Horeb, "le apareció el ángel del Señor" y ordenó que él liberase al pueblo judío y que lo hiciese salir "de ese país a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel" (Éxodo 3-8). Y Yahvé garantiza la retirada, "de modo que, al salir, no iréis con las manos vacías", sino llenos de plata, oro y vestidos.

A continuación, usando a Moisés como portavoz, el Señor transforma la vida del faraón (y de Egipto) en un horror de plagas y desastres, forzándolo a liberar a los hebreos. El faraón acaba concordando, y 600 mil judíos parten para la Tierra Prometida, a través de un largo desvío en la península del Sinaí.

En esta travesía, Yahvé providencia todo el apoyo logístico. "El Señor los precedía de día en una columna de nube (...), y de noche en una columna de fuego para alumbrarles" (Éxodo 13-21). Cuando el faraón resuelve salir en persecución de los judíos, Moisés los tranquiliza: "El Señor combatirá por vos; podéis quedar tranquilo".

"Dijo Yahvé a Moisés: ‘Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros de sus carros’.

Se puso en marcha el Ángel de Yahvé, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelíes. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche. Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del faraón, y los carros con sus guerreros. Llegada la vigilia matutina, miró Yahvé desde la columna de fuego y humo hacia a los egipcios, y sembró la confusión en su ejército.

Trastornó las ruedas de sus carros, que no podían avanzar sino con gran dificultad. Y exclamaron los egipcios: ‘Huyamos ante Israel, porque Yahvé pelea por ellos contra los egipcios’. Yahvé dijo a Moisés: ‘Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre los guerreros de los carros’. Extendió Moisés su mano sobre el mar, y al rayar el alba volvió el mar a su lecho; de modo que los egipcios, al querer huir, se vieron frente a las aguas. Así precipitó Yahvé a los egipcios en medio del mar, pues al retroceder las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no escapó ni uno siquiera. Mas los israelitas pasaron a pie enjuto por en medio del mar, mientras las aguas hacían muralla a la derecha y a la izquierda.

Aquel día salvó Yahvé a Israel del poder de los egipcios, e Israel vio a los egipcios muertos a orillas del mar. Y viendo Israel la mano fuerte que Yahvé había desplegado contra Egipto, temió el pueblo a Yahvé, y creyeron en Yahvé y en Moisés, su siervo" (Éxodo 14, 15-31).

Hasta aquí el relato bíblico. Y hay que decir que lo primero que llama la atención es el hecho de que Yahvé no se comporta precisamente como ese Dios justo y misericordioso que con el transcurrir del tiempo se ha adornado su figura, llegando a decir – en una actitud muy humana de soberbia y nada divina – que se va "a cubrir de gloria a costa del faraón y de su ejército" – la frase se pone en su boca – para lo que no duda en masacrar a todo un grupo de seres humanos.

¿Qué Dios es ese que protege a un solo pueblo y masacra al otro con excesos de crueldad? ¿Qué Dios es ese que participa personalmente de una batalla usando un vehículo aéreo? (Las "nubes", la "columna de fuego"...) ¿Qué Dios es ese que se apropia tierras de otros pueblos y las entrega a un único pueblo elegido por él? ¿Qué Dios es ese que exige sacrificios interminables y establece leyes represivas? Y, por fin, ¿qué Dios es ese que amenaza extinguir a su propio pueblo cuando este desobedece sus órdenes?

NOTA: No piense que las narradas en este artículo son las únicas acciones abominables de Yahvé; es solo una pequeña muestra. El número de actos deleznables que uno puede encontrar en el Antiguo Testamento es mucho más amplio, incluyendo una gran cantidad de magnicidios. Sólo resta una pregunta: ¿de verdad sigue usted creyendo que Yahvé era Dios?

Arrebatados por Yahvé.

Elías jamás regresó. Aquel "torbellino" le arrebató para siempre ante los ojos de 50 profetas y del propio Eliseo, el mismo que más tarde, pertrechando con las vestiduras y el manto rasgado de Elías caídos desde el cielo, golpeó las aguas del Jordán, que se abrieron en dos. Para los exegetas de la Iglesia Católica, Elías sufrió un "transporte extático"; es decir, el profeta entró en trance místico y se imaginó el arrebato. Lo cierto, sin embargo, es que a Elías "no se le vio más".

Y todo apunta a que este episodio ocurrió realmente – según parece, en el Monte Carmelo, hace aproximadamente 2.850 años – aunque los comentaristas bíblicos lo niegan: "La desaparición misteriosa – dicen – ha de explicarse conforme al género literario de este ciclo de historias sobre el gran profeta". La Iglesia, pues, considera "ciencia-ficción" el episodio, así como otros muchos similares. Pero la realidad puede ser bien otra.

El clan de los "arrebatados"

Otro "arrebatado" y personaje enigmático y misterioso donde los haya es Enoch, cuyo nombre, en hebreo, significa "iniciado". Según cuenta el Génesis, Enoch "no murió, sino que fue arrebatado y llevado a los cielos en un carro de fuego". Poco más se dice de él en la Biblia, pero contamos con un sorprendente apócrifo, El libro de Enoch, en el que se relatan los viajes del enigmático personaje a bordo de esos misteriosos carros de fuego.

En ese texto se narra, por ejemplo, como entró en contacto con misteriosos seres celestiales: "(...) se me aparecieron dos hombres de gran estatura; sus rostros brillaban como el Sol y sus ojos eran como antorchas". Y le dijeron: "Hoy mismo estarás con nosotros en los cielos". El relato de sus viajes celestiales resulta sorprendente: "Condujéronme entonces a los cielos. Entré hasta detenerme frente a un muro, que parecía hecho de sillares de cristal, y estaba rodeado de lenguas de fuego (...) Me vi ante un gran palacio de cristal labrado, con suelo embaldosado de placas de vidrio, y el piso era también de cristal". Y aún añade otras extrañas pistas sobre sus travesías: "Después de aquellos días transcurridos en un lugar donde se me permitió ver lo que está oculto, después de haber sido arrebatado por un remolino y conducido hacia el Poniente (...)"

Tras el último de aquellos viajes, Enoch no volvió. Al igual que Elías, fue "arrebatado" para siempre. Sólo que no fueron los únicos. En otro apócrifo llamado La Ascensión de Isaías se cuenta cómo este profeta también subió a los cielos en un sospechoso "trance", acompañado de varios ángeles que le invitaron a vestirse con sus ropajes y cómo a bordo de aquella "nave" visitó los siete cielos. Y también en el Segundo Libro de Baruc se cuenta algo similar: "Una fuerza – puede leerse – me levantó y me colocó sobre el muro de Jerusalén".

La sospecha de abducción.

En los Hechos de los Apóstoles se narra otro "arrebato": el de Felipe, uno de los Padres de la Iglesia. A partir del versículo 26 del capítulo VIII, podemos leer: "El ángel del Señor habló a Felipe diciendo: ‘Levántate y marcha por el camino que baja de Jerusalén a Gaza’. Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías...".

Más adelante, ambos se pararon a beber agua, momento que Felipe aprovechó para bautizar al eunuco, pero "saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco. Felipe se encontró en Azoto y recorría evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea".

¿Qué era aquel "Espíritu del Señor" que arrebató al apóstol y lo transporto 40 kilómetros? ¿Otra fantasía literaria?, ¿una nueva metáfora? ¿No se parecen demasiado estas descripciones a las que actualmente informan los testigos de abducciones OVNI?

Lo cierto es que aquellos "torbellinos", "carros de fuego" o "ruedas voladoras" aparecen muchas veces a lo largo de la Biblia y otros textos apócrifos. Realizan maniobras extrañas, son "habitados" por ángeles de gran estatura, luminosos, de rostros extraños... Para algunos son demasiadas coincidencias. Investigadores como Erich von Däniken o Andreas Faber-Káiser lo tienen claro: se trataba de naves extraterrestres.

Pero aún hay más: esos misteriosos objetos – y su enigmática función "arrebatadora" – ya fueron conocidos por Jesús. Así, en el apócrifo Historia de José, el carpintero (capítulo XVIII), podemos leer, en boca de Jesús, la siguiente expresión: "¿Y qué me impide ahora que yo ore para que mi Padre envíe un gran carro luminoso que eleve a José y que le traslade al lugar de reposo, para que viva allí con mis ángeles incorpóreos?".

En cualquier caso, ni siquiera hace falta bucear en los apócrifos, porque en el Evangelio de San Mateo (capítulo 17, 1-13), en donde se narra el extraño episodio de la Transfiguración, se dice que a Jesús le "brillo su rostro como el Sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz". Y allí aparecieron dos seres e, instantes después, les cubrió una "nube resplandeciente". Al abrir los ojos, todo volvió a la más absoluta normalidad. Lo más curioso es que aquellos dos seres luminosos fueron identificados como Elías – arrebatado para siempre – y Moisés, cuyo cadáver, después de haber mantenido contacto abierto con misteriosos seres que viajaban en extrañas "nubes", jamás fue encontrado.

Ezequiel da la clave: eran Ovnis.

Ezequiel tuvo la primera de sus "visiones" allá por el año 600 a. C. Cuatro de ellas aparecen relatadas en el libro que lleva su nombre. Él es otro "arrebatado", aunque con billete de vuelta. De aquel primer encuentro, Ezequiel ofrece detalles excepcionales: "Vi venir un viento huracanado, una nube densa en torno a la cual resplandecía un remolino de fuego, que en medio brillaba como bronce en ignición". Más adelante habla de "criaturas vivientes", de "portentosos cristales tras los cuales se observa el firmamento", de "ruedas que giran" posándose sobre el suelo...

En suma, para muchos estudiosos aquellos seres con caras de "toro", "águila" o "león" no eran más que astronautas con escafandras, tomas de oxígeno o antenas. Luego, la imaginación de aquella gente hizo el resto.

Los reveladores apócrifos.

Los apócrifos son los libros de la Biblia, que aunque atribuidos a autor sagrado, no están declarados como canónicos. "Canon" es el "catálogo de libros sagrados admitidos por la Iglesia Católica".

En realidad, la cuestión queda reducida a un único punto: ¿y que criterio sigue la Iglesia Católica para decidir si un libro tiene carácter de canónico o no?

A continuación reproducimos algunos de estos textos que tienen relación con el nacimiento de Jesús y la constante intervención de los "ángeles del Señor":

- Libro sobre la natividad de María:

"Llevaba ya algún tiempo en aquel lugar, cuando un día que estaba solo, se le presentó un ángel de Dios, rodeado de un inmenso resplandor. Él quedo turbado ante su vista, pero el ángel de la aparición le libró del temor diciendo: Joaquín (abuelo de Jesús), no tengas miedo ni te asustes por mi visión. Has de saber que soy un ángel del Señor".

"Mas la Virgen del Señor (María) iba adelantando en las virtudes al par que aumentaba de edad; y según las palabras del salmista, su padre y su madre la abandonaron, pero Dios la tomo consigo.

Diariamente tenía trato con los ángeles. Asimismo gozaba todos los días de la visión divina, la cual la inmunizaba contra toda clase de males y la inundaba de bienes sin cuento".

- Evangelio apócrifo de Mateo:

"Al día siguiente, mientras se encontraba María junto a la fuente, llenando el cántaro de agua, se le apareció el ángel de Dios y le dijo: Dichosa eres, María, porque has preparado al Señor una habitación en tu seno. He aquí que una luz del cielo vendrá para morar en ti y por tu medio iluminará a todo el mundo".

"Mandó el ángel parar la caballería, porque el tiempo de dar a luz se había echado ya encima. Después mandó a María que bajara de la cabalgadura y se metiera en una cueva subterránea, donde siempre reinó la oscuridad, sin que nunca entrara un rayo de luz, porque el Sol no podía penetrar hasta allí".

"Hacía un rato que José se había marchado en busca de comadronas. Más cuando llegó a la cueva, ya había alumbrado María al infante. Y dijo a ésta: Aquí te traigo a dos parteras: Zelomí y Salomé. Pero se han quedado a la puerta de la cueva, no atreviéndose a entrar por el excesivo resplandor que la inunda".

- Apócrifo Líber de infantia Salvatoris:

"Cuando hube entrado para examinar la doncella, la encontré con la faz vuelta hacia arriba, mirando al cielo y hablando consigo. Yo creo que estaba en oración y bendecía al Altísimo. (...)

En aquel momento se pararon todas las cosas, silenciosas y atemorizadas: los vientos dejaron de soplar; no se movió hoja alguna de los árboles; ni se oyó el ruido de las aguas; los ríos quedaron inmóviles y el mar sin oleaje; callaron los manantiales de las aguas y cesó el eco de las voces humanas. (...)

Yo, por mi parte, quedé llena de estupor y de admiración y el miedo se apoderó de mí, pues tenía fija mi vista en el intenso resplandor que despedía la luz que había nacido.

Y esta luz fuese poco a poco condensando y tomando la forma de un niño, hasta que apareció un infante, como suelen ser los hombres al nacer".

- Evangelio apócrifo de Santiago:

"Al llegar al lugar de la gruta se pararon (se refiere a José y a la partera), y he aquí que ésta estaba sombreada por una nube luminosa. (...)

De repente, la nube empezó a retirarse de la gruta y brilló dentro una luz tan grande, que nuestros ojos no podían resistirla.

Ésta, por un momento, comenzó a disminuir hasta tanto que apareció el Niño".

"Y en aquel momento la estrella aquella, que habían visto en el Oriente, volvió de nuevo a guiarles hasta que llegaron a la cueva, y se posó sobre la boca de ésta. Entonces vieron los magos al Niño con su Madre, María, y sacaron dones de sus cofres: oro, incienso y mirra".

Conclusión.

Reinterpretando la Biblia desde un punto de vista distinto y más moderno, podemos llegar a la conclusión de que, a pesar de ser un libro manipulado por los intereses de la Iglesia, en él se dejan ver muchas evidencias de la presencia de Ovnis y seres extraterrestres (para la gente primitiva de hace más de 2000 años: "nubes luminosas" o "carros de fuego" y "ángeles del Señor").

Referente a los últimos párrafos que relatan hechos sobre la vida de María y el nacimiento de Jesús, queremos que saquen sus propias conclusiones. Creemos que las palabras de los apócrifos no pueden ser más claras, claro está, teniendo en cuenta las primitivas descripciones de la gente de esa época.

MISION RAHMA

HACIENDO REDES- Hasram