Vía: Harvard Medical School | 25 de enero de 2012 (Traducción: G.C.C. para Terrae Antiqvae)
Los antiguos seres humanos no han tenido el lujo de actualizar su estado en Facebook, pero las redes sociales eran, sin embargo, un componente esencial de sus vidas, según un nuevo estudio.
Los resultados del mismo describen los elementos de las estructuras de las redes sociales que pudieron haber estado presentes en los principios en la historia humana, y sugieren cómo nuestros antepasados pudieron haber formado lazos de unión con parientes y no parientes sobre la base de atributos compartidos, incluyendo la tendencia a cooperar. Según el documento, las redes sociales probablemente contribuyeron a la evolución de la cooperación.
"Lo sorprendente es que las antiguas redes sociales humanas se parecen mucho a lo que vemos hoy", dijo Nicholas Christakis (foto a la izquierda), profesor de sociología médica en la Harvard Medical School y profesor de sociología en la Harvard Faculty of Arts and Sciences, y autor principal del estudio.
"En aquel tiempo estabamos alrededor de las hogueras y había palabras flotando en el aire, y, hoy en día, cuando tenemos paquetes digitales flotando en el éter, hacemos redes sociales, básicamente, del mismo tipo".
"Hemos encontrado que lo que la gente moderna está haciendo con las redes sociales 'online' es lo que siempre hemos hecho, no sólo antes de 'Facebook', sino antes de la agricultura", dijo el coautor del estudio James Fowler, profesor de genética médica y de ciencias políticas en la University of California, San Diego, que, con Christakis, es autor de una serie de estudios sobre las redes sociales humanas.
Los resultados serán publicados 26 de enero en Nature.
Las raíces del altruismo
El mundo natural, de dientes y garras rojas, tiene un lado amable. Mientras que los individuos compiten ferozmente para asegurarse la proliferación de su descendencia, algunos animales, incluyendo los seres humanos, también cooperan y actúan de manera altruista. Los investigadores se han preguntado si las redes sociales humanas son un producto del estilo de vida moderno, o si podrían haber surgido bajo el tipo de condiciones a las que nuestros antepasados se enfrentaron. Esta pregunta ha sido un desafío para la teoría clásica de la evolución a la hora de explicarla claramente.
Para que la cooperación surja, un acto altruista, tal como compartir la comida con una persona ajena, debe haber un beneficio neto para los partícipes. De lo contrario, los individuos puramente egoístas sobrecompetirían y, eventualmente, sustituirían a los dadivosos. Todas las explicaciones teóricas de la evolución de la cooperación -la selección de parentesco, el altruismo recíproco, la selección del grupo- se basan en la existencia de algún sistema que permite a los cooperantes agruparse con otros individuos que tienden a compartir.
"Si usted puede conseguir que los cooperantes se agrupen en un espacio social, la cooperación puede evolucionar", dijo Coren Apicella (foto a la izquierda) investigadora post-doctoral en el Health Care Policy de Harvard y autora principal del artículo "Social networks allow this to happen" ("Las redes sociales permiten que esto suceda").
Si bien no es posible interrogar a nuestros antepasados acerca de sus amistades o sobre sus hábitos de compartir y colaborar, un equipo de investigadores de la Harvard Medical School, la University of California, en San Diego, y la Universidad of Cambridge, han caracterizado la estructura de las redes sociales entre los Hadza, un grupo étnico en la región del Lago Eyasi, en Tanzania, y uno de los últimos grupos de cazadores-recolectores que sobreviven. (Hay menos de 1.000 Hadza que viven de forma tradicional).
Cómo conseguir una conexión
El estilo de vida Hadza es anterior a la invención de la agricultura. Los Hadza comen una amplia gama de alimentos silvestres, recolectan tubérculos, nueces y frutas, y cazan una gran variedad de animales, incluyendo flamencos, musarañas y jirafas. La miel es uno de sus alimentos favoritos, conocida por media docena de nombres diferentes en Hadzane, su lengua primaria.
Apicella tomó la delantera en la recogida de datos para el estudio, entrevistando a 205 Hadza adultos a lo largo de dos meses, midiendo su tendencia a cooperar y estableciendo el esquema de sus amistades.
Apicella, Fowler y Christakis, diseñaron el estudio y experimentos, en colaboración con Frank Marlowe (foto a la izquierda), profesor del Departamento de Arqueología y Antropología de la Universty of Cambridge, y autor del único libro extenso sobre etnografía de los Hadza.
La recolección de datos no fue fácil. Los nómadas Hadza vagan más de 4.000 kilómetros cuadrados a través de un terreno áspero. Apicella y sus asistentes de investigación viajaron por la región en un Land Cruiser, luchando contra caminos empapados de barro -en algún momento forzandoles a ella y a sus compañeros a preparar el terreno con árboles derribados- y, en un primer viaje, incluso huyendo de una horda de elefantes.
Con el fin de construir una red social, Apicella y sus colegas adoptaron un enfoque dual. En primer lugar, les preguntaron a los adultos Hadza que identificaran a los individuos con los que prefirían vivir en su siguiente campamento. En segundo lugar, dieron a cada adulto tres pajas de miel y les dijeron que podían dar estas pajas como regalo a alguien en su campamento. Esto generó 1.263 lazos de compañerismo y 426 lazos de regalo.
En una actividad separada, los investigadores midieron los niveles de cooperación al dar a los Hadza pajas de miel adicionales que ellos podían conservar para sí mismos o donar al grupo.
Cuando las redes sociales fueron mapeadas y analizadas, los investigadores encontraron que los cooperadores y los no cooperadores formaban grupos distintos.
Los investigadores también midieron las conexiones de las personas con la misma altura, edad, fuerza para presionar, etc., y otras características, tal como alimentos preferentes. También analizaron la transitividad de la amistad, la probabilidad de que los amigos de alguien son amigos de otro, y otras propiedades de la red social.
La estructura y la dinámica de las redes sociales de los cazadores-recolectores Hadza fueron esencialmente indistinguible de los datos existentes sobre las redes sociales procedentes de las comunidades modernas.
"Dimos vuelta a los datos a través de muchas maneras diferentes", dijo Fowler. "Nos fijamos en más de una docena de medidas que los analistas de redes sociales utilizan para compararlas, y, más o menos, los Hadza son como nosotros".
"Los seres humanos son excepcionaless entre las especies, en la medida en que formamos, a largo plazo, uniones no reproductivas con los demás miembros de nuestra especie", dijo Christakis. "En otras palabras, no sólo tenemos sexo, sino que también tenemos amigos".
El trabajo previo de Christakis y Fowler, que son co-autores del libro "Conectados", ha demostrado que nuestra experiencia del mundo depende de dónde nos encontramos dentro de las redes sociales. Estudios particulares han descubierto que las redes sociales influyen en una sorprendente variedad de factores de estilo de vida y salud, tales como la propensión a la obesidad, dejar de fumar, e incluso la felicidad.
Para los investigadores, los Hadza ofrecen nuevas y sólidas evidencias de que las redes sociales son verdaderamente milenarias, tal vez parte integrante de la historia humana.
Esta investigación fue financiada por el National Institute on Aging y por la Science of Generosity Initiative of the University of Notre Dame.