Tomadas entre el 2008 y el 2011, esta serie de imágenes capturan el frenesí de las luciérnagas doradas japonesas que intentan aparearse después de una tormenta eléctrica. Las imágenes fueron tomadas usando larga exposición en la Prefectura de Okayama, creando contrails: líneas de luz que marcan el movimiento de las luciérnagas como si fueran filamentos o signos de neón.
Como casi cualquier acto espectacular en la biología animal, el resplandor masivo de las luciérnagas obedece a su deseo de impresionar a las hembras, aparearse y, por supuesto, transmitir sus genes. Las luciérnagas hembras son especialmente difíciles de conquistar: una hembra puede iniciar diálogos de luz con hasta diez machos en una sola noche y mantener varias conversaciones a la vez. Pero al final se reproduce con uno solo, generalemente aquel al que le ha respondido más veces. En algunas ocasiones, no sin poesía, su apareamiento puede durar hasta el amanecer, cuando sus luces son devoradas por la luz del cielo. Miles de machos pueden competir por una sola hembra, enviando pulsos de luz toda la noche esperando que sus ritmos sean elegidos por la reina luminosa.
La selección de los destellos de luz por parte de las hembras podría tener que ver con una forma en la que averigua el tamaño del “regalo nupcial” que el macho tiene. Este regalo nupcial en las luciérnagas consta de paquetes de proteína inyectados de esperma, los cuales yacen dentro del abdomen del macho enredados en forma de espiral. En el mundo de las luciérnagas el tamaño (de la luz) sí importa.
Vía This Is Colossal y con información del artículo Seducción a través de la luz: la vida sexual delas luciérnagas
pijamasurf