Lydia Cacho afirmó que las redes de tráfico emplean "el esquema de oferta y demanda, pero con personas". Reclamó leyes, un cambio social en torno a la prostitución, y contó su paso por el infierno de la esclavitud sexual
Cristóbal Peña, director editorial de Random House Mondadori México, fue categórico cuando definió a la periodista: "Cada artículo es un combate; no es una autora, es una causa".
Con ese espíritu, la escritora de Esclavas del poder, habló con la prensa en Buenos Aires, ciudad a la que llegó para promocionar su último libro y para denunciar los vínculos entre las redes de trata de personas mexicanas y las argentinas.
"El periodismo debe jugar un papel vital en el tratamiento de estas temáticas.
Los medios tienen que tomar una postura muy congruente en el modo en
que informan, con una perspectiva más amplia", señaló Cacho al defender
el rol protagónico al que tendría que aspirar la prensa en conflictos
como el tráfico de personas o el narcotráfico.
La autora, colaboradora de El Universal, destinó más de
cinco años a la investigación y redacción de su última obra. En ese
tiempo, emprendió un viaje por todo el mundo para poder describir cómo
son los modos en que se ejerce el abuso infantil y la explotación sexual
de las mujeres en países como de América, Asia y Europa.
En ese largo periplo, en el que puso en riesgo su vida, entrevistó a
victimas y victimarios y logró comprender que la prostitución es una problemática que se alimenta de las estructuras de poder, pero que persiste por los hábitos sociales.
"Nos enseñaron que las prostitutas son un mal necesario. Las
sociedades creen que es algo normal, como es el oficio más viejo del
mundo piensan que nada pueden hacer", indicó.
En su opinión, además de leyes contra la trata y policías y políticos
dispuestos a respetarlas y hacerlas cumplir, es necesario un más debate
profundo en todos los estamentos sociales. "El cambio tiene que ver con la discusión de los derechos de la mujer.
No es posible que las instituciones 'colonicen' el cuerpo de la mujer y
que eso afecte sus decisiones culturales y sociales", aseguró.
Pero advirtió que "cuando moralizas ese tipo de análisis, se
demonizan a las personas que están dentro de ese contexto",
criminalizando a las víctimas. "Los clientes de la prostitución cambian
el negocio con sus preferencias. Es como en las leyes del mercado, hay una oferta y una demanda, pero que en vez de ser de cosas son de personas", agregó.
Cacho recordó uno de los testimonios más escalofriantes al que
accedió en su investigación, cuando entrevistó a un jefe de una red de
trata de mujeres en Las Vegas. "Le pregunté por qué lo hacía y me
respondió: 'Yo primero vendía cocaína. Pero un kilo lo vendes una vez y listo; en cambio a una niña la podía vender cien veces'".
La periodista fundó en esa "reutilidad" de las personas la incorporación del tráfico humano a las actividades de los cárteles. "Encontraron un gran negocio.
Antes se dedicaban a asegurar en sus rutas el paso de las personas que
se traficaban. Cobraban por dar seguridad", señaló. "Pero un día
decidieron incursionar ellos y hoy día están monopolizando no sólo la
trata con fines sexuales sino la de indocumentados", afirmó.
En el caso de México, destacó que existen evidencias de que Los Zetas y el cártel de Sinaloa están directamente ligados con esas actividades.
Su organización comienza en el norte argentino, donde se inmiscuyeron a
través de grupos religiosos que dicen ayudar a poblaciones pobres, y
llega hasta la frontera con Guatemala, donde pandilleros de la Mara Salvatrucha se encargan de ingresar a los raptados a territorio mexicano.
Cacho, que ha denunciado a numerosos gobernadores y alcaldes del PRI por su relación con las redes de trata, opinó que los Gobiernos nacionales del PAN -fuerza que lleva en el poder doce años- protegieron a los dirigentes del partido opositor porque los vínculos con los criminales se extienden hasta el propio poder ejecutivo federal.
"En el caso de Vicente Fox (2000-2006), uno de los
empresarios que había donado dinero para su campaña era uno de los más
importantes jefes de tráfico de personas", detalló. "En el de Felipe Calderón,
los abogados que lo asesoran son también los defensores de Mario Marín y
de Emilio Gamboa (dirigente y diputado del PRI, respectivamente)",
agregó.
La periodista comentó que una eventual victoria de Enrique Peña Nieto en las elecciones presidenciales del 1 de julio próximo la obligaría a analizar abandonar su país. "En verdad debería reflexionar si me quedo o no en México.
Gamboa estaría en un altísimo puesto -se habla de que sería ministro de
Gobernación- y yo, al igual que cantidad de periodistas, correría un
gran riesgo".
No sería la primera vez que su vida corre riesgo. Luego de publicar su primer libro, Los Demonios del Edén, en el que denunció los nexos entre el Gobierno de Puebla y el abuso y la pornografía infantiles, fue secuestrada y agredida
por las fuerzas policiales. Desde entonces debe moverse con seguridad,
incluso en su breve estadía en Buenos Aires, donde recibió amenazas.
"Intento no perder la cordura pero las investigaciones son muy dolorosas",
confesó. "Sin embargo, los esfuerzos increíbles de las asociaciones
civiles, de algunos periodistas, encontrar un caso exitoso entre miles,
me permiten mantener intactas las esperanzas", concluyó.
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Caso Marita Verón: un acusado amenazó al abogado de Trimarco
"Me las vas a pagar" le dijo Gonzalo "El Chenguita" Gómez a Carlos Garmendia al salir de la sala de audiencias.
Hoy declaró una testigo que hizo un pacto durante su cautiverio con la
joven desaparecida para avisar a su familia cuando sean liberadas
Crédito foto: Télam
En una nueva audiencia por la causa por la desaparición de Marita
Verón, los jueces tuvieron que enfrentar situaciones complicada, debido
al malestar de algunos de los acusados por la declaración de una
testigo.
Tras la discusión por el lugar que debían ocupar en la sala, Gonzalo
Gómez, alias "El Chenguita", decidió dejar el recinto y al salir amenazó
a Carlos Garmendia, uno de los asesores de Susana Trimarco.
"Me la vas a pagar", le dijo el acusado al abogado mientras
abandonaba el lugar. Antes los jueces, su hermano, José Fernando
"El Chenga" Gómez, también imputado, insistió en su inocencia y la de su
familia.
En la audiencia de hoy el testimonio principal será la Andrea, otra testigo de la causa, que estuvo
secuestrada y en su cautiverio compartió un tiempo con Marita Verón en un prostíbulo de La Rioja.
En su declaración, señaló que Marita le "prometió que la primera que saliera iba a avisar a la familia de la otra". "Llegamos a ese común acuerdo", dijo al tribunal.
Además, Andrea acusó a Liliana Medida y sus hijos, los hermanos
Gómez, de ser los apropiadores y también indicó a "La Chancha Alé", como
los dueños y responsables de las whiskerías donde estuvo secuestrada.
La testigo joven denunció ser víctimas de golpizas por no querer ejercer la prostitución y dijo que le metían pastillas en la comida que "te dejaba mareada todo el día". Además, sostuvo que estuvo atada y encerrada.
Andrea señaló que vio a Marita, cuyo apodo era Loli o Lore, con un bebé en brazo, que la obligaron a tener. Y admitió que a la joven desaparecida se la conocía como la esposa del "Chenga".
La mujer fue secuestrada durante un viaje que realizó a La Pampa. De
allí viajó a La Rioja, donde se enteró que había sido comprada por
Liliana Medina y sus hijos.
Estos, según explicó, le retuvieron el DNI y le dieron uno nuevo con
una nueva fecha de nacimiento, ya que en ese momento solo tenía 14 años.
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