"Homo toxicus" : producción canadiense dirigida por Carole Poliquin que nos habla de la relación entre sustancias tóxicas y problemas de salud tales como el cáncer, alergias o hiperactividad. Sus conclusiones son inquietantes y un desafío para cambiar nuestro modo de vida.
Todos los días toneladas de productos químicos se liberan al Medio Ambiente, sin saber que son tóxicos a largo plazo para los seres vivos. La mayoría de las 100.000 moléculas desarrolladas desde la II Guerra Mundial, y que están presentes en los productos que usamos a diario, nunca se han testado.
Algunas de ellas encontraron su camino en nuestros cuerpos e incluso en los fetos. Hasta 247 sustancias tóxicas se han encontrado en los recién nacidos. Hoy estamos legando nuestra carga tóxica a nuestros hijos junto con nuestro ADN.
Resulta imposible escapar de esta contaminación insidiosa. Hay Bisfenol A en la botella de la bici, en los biberones y en las resinas que tapizan las latas de conserva. PBDs se escapan del ordenador y de los aparatos eléctricos. Los respiramos todos los días, junto con los ftalatos que emanan del vinilo, de los plásticos ligeros con los que se fabrican juguetes, que son tóxicos para la reproducción. El PFOA de los tratamientos anti-manchas y de las cacerolas anti-adhesivas está asociado a efectos en la tiroides y al cáncer.
La producción de espermatozoides en el ser humano ha sufrido una caída espectacular: un 50% en los últimos 50 años. Además, ha habido un aumento dramático en el número de casos de cáncer de testículo y de esterilidad, así como en el número de malformaciones congénitas en los órganos reproductivos masculinos ¿Podría haber algo gravemente perjudicial para el sistema reproductivo masculino? Para Niels Skakkebaek, catedrático e investigador danés, "los problemas de reproducción masculina y esterilidad pueden ser tan peligrosos como el cambio climático".
La vida salvaje también parece estar bajo amenaza. Zoólogos de todo el mundo han observado resultados extraños en las investigaciones que se han llevado a cabo, como una feminización de la población de peces o ranas, malformaciones sexuales en lagartos o aves o comportamiento animal raro. Los científicos empiezan a preguntarse si todas estas observaciones preocupantes tienen un origen común.
Se ha descubierto una concentración anormal de hormonas en los animales afectados, como si el sistema endocrino se hubiese acelerado. Todo apunta a componentes químicos como: PCBs, DDT, éteres de glicol, los ftalatos, pesticidas, etc. Se les conoce como disruptores endocrinos y son capaces de alterar el sistema hormonal y ocasionar diferentes daños sobre la salud.
Estamos expuestos a los disruptores endocrinos en el trabajo, pero también en nuestros hogares por la contaminación de alimentos con plaguicidas, la exposición a productos de plástico, el uso de algunos detergentes y por la contaminación del medio ambiente.
Estas sustancias químicas pueden ser particularmente peligrosas durante el embarazo: si llegan al sistema reproductivo masculino, podrían afectar el sistema inmunológico, causar cáncer, problemas de tiroides o diabetes. Podría existir una relación entre los desarrollos atípicos que tienen lugar en el nacimiento y los que ocurren al alcanzar la madurez.
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