Entre los muchos factores que conforman el intrincado nudo de intereses que giran e interactúan alrededor del petróleo, hay tres que conviene presentar para situar el caso de nuestro país.
DATOS ESENCIALES. El “Pico de Hubbert” (peakoil)  define la fecha a partir de la cual la cantidad de petróleo que se  produzca no alcanzará a superar la cantidad que se consume. Para la  Agencia Internacional de Energía (AIE) esa fecha ya acaeció: 2006; para  otros organismos, la fecha se situó en 2010, mientras que para la EIA  (Energy Information Administration) del gobierno estadounidense, la mala  nueva llegará en  2025. Una reciente publicación de la multinacional  petrolera británica BP, citada por la revista TheEconomist, habla de una  demanda mundial de 87,4 millones diarios de barriles contra una  producción de 84 millones y recuerda que el consumo se incrementa al  ritmo de 3,1% anual. El especialista T. Boone Pickens dijo a la cadena  de TV americana NBC, que el mundo puede producir 85 millones de  barriles, frente a una demanda de 87 millones.
 PRECIO. El precio del petróleo está entre los 104 y  los 121 dólares por barril (abril de 2012). Por décadas por debajo de  los 20 dólares, aumenta en función de la demanda, la disminución de las  reservas de petróleo “fácil”, la acción del mercado, de la OPEC,  etcétera.
 Las crisis económicas y políticas elevan asimismo los precios. Por  ejemplo, la guerra de Yom Kippur entre Israel y los Estados Árabes  (1973); la revolución iraní de 1979; la invasión de Kuwait por Irak en  1990, los dispararon. La crisis financiera de 2008 hizo escalar los  precios del barril a 145 dólares.
 Si Israel ataca las instalaciones nucleares de Irán (antes o  después de las elecciones en los Estados Unidos –11/12–), probablemente  detonará un fusible que mantiene restringidos los precios. Con las  informaciones  disponibles es difícil alejar esa posibilidad.
 Por otra parte, el precio del barril incorpora variaciones  significativas de costos de extracción de los diferentes tipos de crudo;  no es lo mismo el petróleo liviano que surge de un pozo de poca  profundidad y a presión natural de un reservorio en Arabia Saudita, que  otro que hay que sacar a 1500 metros de profundidad en el Atlántico; u  otro que hay que mezclar con vapor caliente, bombear y separar de  esquistos bituminosos, y luego refinar, en Alberta (Canadá).
 Otro límite de las posibilidades de extracción que incide en los  precios, lo pone una de las leyes de la termodinámica. Cuando se consume  el equivalente energético de un barril de petróleo para extraer un  barril, se ha llegado a un umbral infranqueable. Otros límites que se  avecinan son: el daño ambiental, el cambio climático y otros, que pueden  devenir críticos antes de que se agote el crudo.
 Todos estos factores inciden en la formación del precio.
 LÍMITES. El petróleo no es una mercancía, es un  recurso fósil, natural, no renovable y finito. Tan finito como la tierra  fértil arable y cultivable, el agua potable, el uranio, el litio y el  carbón.
 La población mundial aumenta. Alcanzamos la cifra de 7000 millones  de humanos hace menos de dos meses y en menos de 20 años llegaremos a  los 9000 millones. Se calcula que la cifra se estabilizará hacia 2045.  Este dato repercute en la demanda futura de combustibles fósiles no  renovables y finitos, en el impacto ambiental y sobre la biosfera de  nuestro zarandeado –y único– planeta. Sin duda que se debe computar como  positivo que se haya descubierto el año pasado el yacimiento de Vaca  Muerta (Neuquén), lo que no solamente agrega reservas de hidrocarburos  para nuestro país, sino que además lo sitúa en el tercer lugar mundial  en reservas de petróleo no convencional. El shale oil descubierto sería  de mejor calidad que el de EE UU, país que ostenta el primer lugar en  reservas.
 EL PETRÓLEO Y EL GAS SON RECURSOS ESTRATÉGICOS. Al  asomarse a la cronología de la historia del siglo XX, es evidente la  incidencia que la lucha por la disposición comercial del petróleo ha  tenido para la seguridad y el aumento del potencial de las naciones  dominantes. Y el costo, humano y económico-financiero, que han debido  pagar los países débiles por no disponer del recurso.
 No en vano EE UU posee reservas estratégicas (en depósitos  propiedad del Estado federal) que garantizan el suministro del vital  fluido en casos extremos. Tampoco son una sorpresa los esfuerzos  titánicos que desarrolla China por asegurarse la cantidad de gas y  petróleo suficientes para su crecimiento. O la política diseñada por el  Reino Unido hacia 1913, para conquistar el Medio Oriente, en función,  inicialmente, del cambio del carbón por el petróleo para alimentar su  flota de navíos de guerra.
 Los EE UU, el Reino Unido, Francia, Rusia, China y Brasil controlan  la producción, sea a través de las propias multinacionales privadas, o  de gigantes estatales, mixtos o no.
 LAS ENERGÍAS ALTERNATIVAS. 1. Nuclear. Es  grande  el debate después de Chernobil y Fukushima. Francia está a la vanguardia  con casi un 80% de su electricidad producida en plantas atómicas. No se  piensa que la fusión nuclear, que se resume en recrear la caldera de  nuestro sol a escala terrestre y asegurar una fuente casi inagotable de  energía, esté tecnológicamente lista antes de 2050.
 2. Biomasa. Sea a partir de la caña de azúcar (Brasil),o de la soja  o el maíz. En pleno auge, este recurso no sólo es finito: también resta  tierra arable para una demografía en curva ascendente que demandará  alimentos además de energía.
 3. Solar y eólica. No es finita, es renovable y es de impacto  ambiental mínimo. Requiere de un esfuerzo político y financiero hoy no  puesto en marcha, en razón de fórmulas de costos (industriales y  financieros) muy altos, sobre todo si se los compara con los del carbón.  Desgraciadamente la fuerza de los argumentos sobre la supervivencia de  la especie no son tomados en cuenta por gobiernos y bancos  a la hora de  formar decisiones.
 REMEDIOS. Los tres remedios para que, en ese  escenario, la Argentina pueda crecer con suficiente energía propia y  desarrolle paulatinamente fuentes alternativas que amortigüen la escasez  energética general, son:
 1. Consolidar el control público de todos los hidrocarburos, su  exploración, explotación y comercialización. Maximizar la utilización de  las ganancias en investigación, exploración, explotación, destilación y  distribución.
 2. Anudar relaciones industriales, vía YPF y Enarsa, con socios  regionales e internacionales. Tanto para desarrollar el petróleo  convencional como el no-convencional, ya que es en este último donde se  cifra el ancla de salvación a mediano plazo. La explotación de Vaca  Muerta requiere inversiones de 20 mil millones de dólares durante diez  años.
 Petrobras, Total, Pan American, PDVESA y otras pueden aportar  capital y reservarse utilidades sin tener poder de disposición comercial  del recurso. Hay otras fórmulas. Por ejemplo, negociar a varios  niveles, y pronto.
 China, a partir de 2010, es el primer consumidor mundial de energía  (20,3% del total). Cada diez años, la demanda china de petróleo y gas  se incrementa en 4 millones de barriles diarios. SINOPEC, empresa líder  de China, compró en 2010 el 40% de Repsol en Brasil, por 7000 millones  de dólares.
 3. Es necesario multiplicar las plantas eólicas y solares, dos  recursos muy disponibles en la Patagonia y a lo largo de los Andes, pero  también en los llanos y las praderas de la Argentina. La planta  fotovoltaica de Cañada Honda es la primera en América Latina y arranca  con 20MGW.
 Dentro de un futuro energético mundial no promisorio, nuestro país  tiene una salida posible para el agobio energético que se cierne.
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