De
las zonas peligrosas la ciencia es la más difícil de tratar, más aún
que la religión y el ego, porque está arraigada en lo más profundo, en
los arquetipos formados por años de educación académica implantada desde
la niñez. Se que este artículo producirá cientos de dudas y preguntas
de parte de los lectores, y la refutación por aquellos que sean
académicos y profesionales. No es mi intención entrar en debate sobre el
tema, solo exponer lo que se encuentra detrás de lo aparente, queda en
ustedes aceptarlo o no, y descubrir en lo profundo de su “ser” la
certeza que lo atestigüe. Recomiendo primero la lectura, al que no lo
haya hecho, del artículo “La rama del árbol”.
Comencemos con la etimología y definición de la palabra ciencia, según Wikipedia, “(del latín scientia 'conocimiento') es el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados obtenidos mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y esquemas metódicamente organizados.” Resalto “sistemáticamente estructurados”, como principio fundamental para su rigidez. Si yo le dijera que el teorema de Pitágoras (c² = a² + b²) que expone, que en un triángulo rectángulo, el área del cuadrado de la hipotenusa “c” (el lado de mayor longitud del triángulo rectángulo) es igual a la suma de las áreas del cuadrado de los catetos “a” y “b” (los dos lados menores del triángulo, que conforman el ángulo recto), no es correcto en la matemática de la realidad general, porque ésta se aplica a la geometría euclidiana tridimensional, y el espacio en la realidad general es globalmente hiperbólico, me comerían vivo. Existe una ciencia subjetiva para las unidades de carbono comunes, basada en la práctica de esta definición sobre la realidad subjetiva, y una ciencia objetiva real, oculta para la mayoría, basada en la realidad general.
Comencemos con la etimología y definición de la palabra ciencia, según Wikipedia, “(del latín scientia 'conocimiento') es el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados obtenidos mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y esquemas metódicamente organizados.” Resalto “sistemáticamente estructurados”, como principio fundamental para su rigidez. Si yo le dijera que el teorema de Pitágoras (c² = a² + b²) que expone, que en un triángulo rectángulo, el área del cuadrado de la hipotenusa “c” (el lado de mayor longitud del triángulo rectángulo) es igual a la suma de las áreas del cuadrado de los catetos “a” y “b” (los dos lados menores del triángulo, que conforman el ángulo recto), no es correcto en la matemática de la realidad general, porque ésta se aplica a la geometría euclidiana tridimensional, y el espacio en la realidad general es globalmente hiperbólico, me comerían vivo. Existe una ciencia subjetiva para las unidades de carbono comunes, basada en la práctica de esta definición sobre la realidad subjetiva, y una ciencia objetiva real, oculta para la mayoría, basada en la realidad general.
Podríamos decir que hay dos
líneas paralelas de conocimiento científico, una real y objetiva, y la
otra irreal y subjetiva, pero no por esto menos practicable en esta
dimensión. Los amos son poseedores de la real, nosotros de la irreal.
Parte de esa ciencia real “olvidada”, está hoy en día siendo aplicada
sin que nosotros lo sepamos. Tengan en cuenta que el avance científico
de los últimos 50 años es superior al de toda la historia de la
humanidad desde sus comienzos. Todo comenzó a principios del siglo XX
cuando determinadas unidades de carbono tuvieron acceso de forma
subconsciente a la memoria genética y a parte de la consciencia del
“ser”, tal vez por decisión del “Do” tratando de equilibrar la octava, o
porque así estaba dispuesto, descubriendo secretos guardados por miles
de años. Estos científicos descubrieron el tronco del árbol y comenzaron
a recorrerlo hacia la copa. Nikola Tesla y Albert Einstein fueron
algunos de ellos.
Como siempre la intervención de los amos no se hizo
esperar, apropiándose del conocimiento y desvirtuando nuevamente el
camino, creando una octava paralela para manejar la situación y que éste
no llegue a la masa de la sociedad. En el año 1943 se hace el primer
experimento basado en esa nueva ciencia y tecnología, conocido
públicamente como el “experimento Filadelfia”, llamado también “proyecto
Arcoíris”, a partir de ese momento los acontecimientos se desarrollaron
de una manera exponencial, todo se catalogó como de máximo secreto y se
produjo el primer acto de intervención del “Do” mediante sus
representantes para tratar de frenar y acomodar la octava del
conocimiento científico. Su propuesta fue rechazada pues se consideró
inviable por el poder de turno, pues el requisito exigido era el
desarme mundial y la entrega del conocimiento a la totalidad de la
población.
Los representantes de la octava del “Do” se retiraron sin
lograrlo. Al poco tiempo una raza perteneciente a la octava del Demiurgo
y creada también por los amos, hace contacto con las autoridades
mundiales ofreciéndoles conocimientos tecnológicos y científicos a
cambio de la no intervención en sus actividades. Esta propuesta es
aceptada y una octava secundaria sobre la paralela fue puesta en acción.
La ciencia real estaba a salvo nuevamente, oculta a los ojos de la
mayoría y manejada solo por unos pocos elegidos. Desde ese momento el
desarrollo tecnológico y científico pegó un salto cualitativo y
cuantitativo, pero había que entregar algo a la ciencia subjetiva de
las unidades de carbono para mantenerlas ocupadas y conformes, alejadas
del verdadero conocimiento científico, (el microchip por ejemplo,
obsoleto en comparación de lo que existe, es una de tantas tecnologías
entregadas), así fuimos avanzando a cuenta gotas según se nos permitía y
daba, mientras por otro lado se avanzaba a océanos de conocimiento. La
diferencia que existe entre la ciencia subjetiva y la real es de cientos
o tal vez miles de años.
Los viajes en el tiempo y entre dimensiones,
la teletransportación, los viajes espaciales a distancias imposibles, el
contacto con civilizaciones extraterrestres, la energía libre y
gratuita, los portales de salto, las bases en marte, la cura de
enfermedades actualmente incurables, la manipulación de las octavas,
etc., es moneda corriente en determinados sectores del poder oculto. Lo
demás, es la rama del árbol, que seguimos empeñados en recorrer. La
ciencia actual conocida está en la época de las cavernas comparada con
la ciencia real oculta. Lana y forraje para las ovejas, vestidos y carne
para los amos.
Por suerte hay una parte de la comunidad científica como Nassim
Haramein y Rafael López Guerrero, entre otros muchos mas, no tan
conocidos, que pese a las presiones y desprestigio de parte de sus
pares, están redescubriendo la ciencia acorde con el “Do”. Espero que
esta vez puedan lograr su objetivo, y por fin desenmascarar al “fantasma
en la máquina”. Ellos necesitan de nuestro apoyo para lograrlo, más aún
de la comunidad científica tan reacia a los cambios, y eso solo
podremos hacerlo a través de la consciencia del “ser” para tener
realmente conciencia (del latín conscientia 'conocimiento
compartido') y todos seamos iguales en oportunidades y avances
científicos para nuestra vida y nuestro futuro como humanidad.
http://detrasdeloaparente.blogspot.com.ar/2011