“No
se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mí. Hay
muchas moradas en la casa de mi Padre; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde
yo estoy, vosotros también estéis” (La Biblia, el evangelio según San
Juan, 14:1 a 3)
“La
casa del Padre es el Universo. Las muchas moradas son los mundos que
gravitan en el espacio infinito y ofrecen a los espíritus encarnados
moradas adecuadas a su grado de adelanto.” (El Evangelio según el
Espiritismo, “Allan Kardec”)
Todo
toma sentido cuando se conoce la verdad, pero ésta está oculta a los
ojos y el entendimiento de aquel que no esté lo suficientemente
preparado para verla. El Demiurgo cumple su misión sin intereses
personales, pero la religión que lo representa es otra cosa muy
distinta.
El Demiurgo permite al que esté preparado conocer los
secretos, porque le corresponden por mandato divino del “Do”. Pero las
religiones los ocultan aún cuando debieran transmitirlos para el que
tenga oídos y ojos para descubrirlos, traicionando no solo al “Do”, sino
al mismo Demiurgo que representan. Uno de los engaños más crueles hacia
nosotros y su representado, es la historia de dios Yhavé y la traición
de su arcángel preferido Lucifer (del latín lux "luz" y fero "llevar": "portador de luz")
por su soberbia.
Esta historia es una manipulación de la realidad de
los acontecimientos ocurridos en el comienzo de la historia de la
humanidad, y nada tiene que ver con el bien y el mal que tanto nos
inculcaron para sus oscuros propósitos. Primero Lucifer no era un
arcángel bajo el mando del dios Yhavé, tanto Lucifer como Yhavé,
estaban en iguales condiciones de poder porque ellos eran hermanos.
Segundo, Lucifer quería la independencia de las unidades de carbono,
porque consideraba que tenían derecho a su evolución y “despertar” por
formar parte del “Do”, y fue quien incitó a la desobediencia. Yhavé por
el contrario consideraba que eran dueños de ellas por haberlas creado.
Tercero, Lucifer conocido también como Satanás o Satán, que quiere decir
“adversario”, (Shatán significa “opositor”en arameo), nombre que le fue
dado tiempo después por las religiones, por su oposición a las ideas de
dios, no es el príncipe de las tinieblas, en todo caso es el de la luz
no manifestada por intervención de Yhavé.
Para mantener alejado a los
fieles (esclavos) de posibles “tentaciones” de saber más de lo que se
debe, fue puesto como ícono del mal y del pecado por osar desafiar la
voluntad del señor dios (Yhavé) y sus representantes. Ahora veamos la
traición de las religiones hacia el “Do” y el Demiurgo. Primero, Yhavé
(Jehova) no representa al “Do”, pero tampoco al Demiurgo, porque éste no
oculta la verdad ni tampoco impide que la unidad de carbono se libere
mediante la conexión con la consciencia del “ser”, aunque tiene que
defender y mantener su octava en la dirección correcta hasta la
"cosecha". Segundo, al manipular el concepto de Lucifer, perjudica al
Demiurgo asociándolo a algo malo y contrario al “Do”, cosa que no es
correcto.
El Demiurgo es culpable de desviar la octava de creación, al
no producir el choque necesario, por no haberse perdonado el error
cometido, de atrapar al ser en la materia sin su conocimiento, pero no
es malo ni tampoco bueno, solo cumple su función, y es, pese a su error,
respetuoso del “Do”. Tercero, si bien las religiones representan al
Demiurgo correspondiente a nuestra creación, proclaman que dios Jehova,
es el “Do”, por consiguiente Cristo es el hijo de Jehova y el padre a la
vez , pero se aseguran de mostrarlo muerto y crucificado, vencido ante
el poder del Demiurgo, haciendo quedar al “Do” relegado a los
misterios de la iglesia y separado del Cristo, y poniendo a su vez al
Demiurgo que ni si quiera es nombrado, como su opositor, Lucifer. Como
verán todo es un verdadero enredo, especialmente creado para no llegar
nunca a la verdad y poder seguir con el control total de este bendito
mundo.
Aclarando
todo el asunto, el “Do” es la fuente y nuestro creador como seres, el
Demiurgo es el creador de esta realidad, y el servidor. Yhavé es nuestro
amo como unidades de carbono, y su nombre en sumerio es Enlil. Lucifer
es el hermano de Yhavé (Enlil), y fué quien nos creo y desconectó del
servidor para que tengamos la posibilidad de liberarnos, y su nombre
sumerio es Enki. Las religiones fueron creadas para mantenernos
sometidos a la voluntad de Enlil a través del miedo. El único
representante del mal somos nosotros, y el único representante del bien
también somos nosotros.
En eso consiste el “libre albedrío”, en elegir
la fuente o el servidor, dándole al cesar lo que es del cesar, y a Dios
lo que es de Dios, y cuando los frutos (unidades de carbono) den
semillas (seres conscientes) y la cosecha llegue, ser tomados y vueltos a
plantar en una de las muchas moradas existentes en la casa del padre,
el “Do”, correspondiente a la octava correcta, y acorde a nuestro grado
particular de consciencia y amor (evolución) que hayamos logrado en esta
realidad de nuestro Demiurgo correspondiente.
“Nada es lo que parece, y la realidad, está detrás de lo aparente”.
Esta es mi frase de presentación, y espero que en algún momento también
sea la suya, y puedan ver la verdad con los ojos del “ser”.
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